Josep Baqués, el año 2015 (Revista de Estudios en Seguridad Internacional), escribió sobre, “El papel de Rusia en el conflicto de Ucrania: ¿La guerra híbrida de las grandes potencias?”. Es decir, un intrincado fenómeno mediático con voces que disienten de la información e intentan explicar los alcances de la desinformación de este lamentable conflicto que detonó una guerra entre pueblos hermanos. No obstante, para Gerasimov (2013), el uso de procedimientos “híbridos” (irregulares) no está reservado a la parte más fuerte, sino que es una característica general de los conflictos armados actuales. En síntesis, al parecer en este caso ninguno de los dos bandos son “blancas palomas”, sino más bien tal como afirmó, Steven Seagal, (Representante especial del Ministerio de Exteriores ruso para las relaciones culturales con Estados Unidos) ambos “son parte de una misma familia”, y de no mediar el dialogo fraterno, empatía y la paz; tras las hostilidades no habrán vencedores ni vencidos; sino cientos de muertes, miles de desplazados hacia campos de refugiados, destrucción de la infraestructura pública – privada, y por ende más hambrunas y pobreza.
Actualmente, la guerra entra Rusia y Ucrania no es el único conflicto armado en el planeta. Según, el medio digital “Esglobal”, de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior, hay al menos otras diez guerras desencadenadas en diferentes países este año 2022. El conflicto más reciente además de ucraniano es la guerra en Afganistán. Por ejemplo, no está demás preguntar qué está pasando en Siria, Libia, Yemen, Palestina e Israel; en la República Democrática del Congo, en Urabá-Darién (Colombia) y más cerca aún en Chile, lo que sucede hoy mismo en el territorio Wallmapu.
Por ello, el año 2016 durante la pasada conferencia de la OMT celebrada en Passikudah (Sri Lanka) se concluye que el turismo puede desempeñar un papel clave como catalizador en la consolidación de la paz y los procesos de reconciliación. Ya que durante buena parte de los últimos treinta años, este lugar ha sido una zona de guerra. Hoy, Passikudah es un ejemplo de cómo la población afectada por los conflictos se ha sobrepuesto y ha comenzado a reconstruir su vida entorno al turismo. De este modo, el empoderamiento y la implicación de las comunidades, la creación de capacidad de reflexionar, educar y perdonar. Para luego lograr las asociaciones entre los sectores público y privado son factores clave para promover, a través del turismo, una cultura de paz y tolerancia en las sociedades que han salido de un conflicto armado. Desde la Organización Mundial de Periodismo Turístico – OMPT condenamos la violencia y concordamos sobre la importancia de que el turismo ocupe un lugar central en las iniciativas de reconciliación para generar desarrollo e inclusión social porque el turismo es una efectiva herramienta de paz y progreso para los pueblos y sus comunidades.