Es cierto. En general los Ministros de Hacienda de los anteriores gobiernos fueron relativamente conservadores y supieron guardar dinero y pagar deudas. Eso en parte contribuyó a que las finanzas de Chile estuvieran sanas al momento de enfrentar la pandemia.
Al igual que un buen padre de familia, que metódicamente se preocupa de guardar en la libreta de ahorro y de mantener niveles razonables de deudas, que después sirven, por ejemplo, para afrontar con un poco más de holgura alguna enfermedad grave de algún miembro de la familia.
Pero desde el año pasado, como país nos hemos estado gastando grandes cantidades de las reservas, pasando de un déficit estructural que durante más de 10 años no superaba el -1,5% a una abrupta caída este año al -9,5%. Eso es dramático.
Y a su vez el gasto público subirá a un inédito 27,3% incluyendo transferencias directas para enfrentar la pandemia por US$23.000 millones de dólares. Más de US$6.500 millones respecto del año pasado.
Y a pesar de lo extremo y urgente de crisis mundial, lo cierto es que el país tenía ese dinero para gastar (invertir) en la pandemia. Dicho de otra forma, hipotéticamente “se podía” gastar ese dinero, pero no se hizo, por cautela, por mesura. Ciertamente ese mismo dinero invertido en educación, en salud, en impulso al emprendimiento, hubiera sido una inyección tremenda que hubiera llevado al país a otro nivel de desarrollo, pero lo cierto es que es una cosa o lo otro. No se puede todo al mismo tiempo.
Situación diferente es la de los agricultores, que están enfrentando hoy una situación crítica de falta de mano de obra por los bonos, seguros de cesantía e incentivos por desempleo, que ha llevado a los trabajadores a no querer trabajar, prefiriendo cuidarse de la pandemia y vivir estos meses con el apoyo del Estado. Pero los agricultores han dicho que podrían perder hasta un 20% de sus cosechas si esto se mantiene, a pesar de que han aumentado las remuneraciones en hasta un 40%. Otra vez, es decir que “sí se podía” aumentar la remuneración, pero a diferencia del caso anterior, habría que revisar si se podría haber hecho en tiempos normales. Parece que sí.
En fin. Hoy el país necesita aprovechar esta ventana que da la pandemia, para producir y generar empleo. Mover la economía. Y en ese sentido resulta fundamental el regreso de los niños a clases. Ya es un año y medio en que muchos escolares no han podido recibir sus clases normalmente, pero no sólo eso, también hay miles de trabajadores y trabajadoras que no pueden retomar sus trabajos por permanecer cuidando a sus hijos.
La educación puede hacer su mejor esfuerzo para levantar al país durante este tiempo. Es necesario. Y con esfuerzo y buena voluntad, sí se puede.
Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo