La visita del presidente Gabriel Boric y parte importante de su gabinete sin duda ha sido una señal potente hacia nuestra región, que además de sufrir por la sequía registra los más altos índices de desempleo de la nación.
Y además de los discursos, resulta especialmente potente la preocupación concreta del gabinete económico encabezado por el ministro Grau para revisar una veintena de proyectos privados y públicos para poder agilizar las trabas burocráticas, plazos y principalmente las (faltas de) coordinaciones entre los distintos servicios públicos.
En esa lógica debemos tener presente que nuestra región ha definido su vocación productiva en áreas bien claras. En primer lugar la agricultura, que hoy pasa por un momento de tremenda incertidumbre por varios flancos. En segundo lugar la acuicultura y la pesca, que si bien genera un margen menor de nuestro producto interno bruto, ha logrado dar pasos importantes en la generación de valor agregado y economía circular. En tercer lugar el turismo, que esta temporada ha comenzado con una evidente baja en la llegada de turistas argentinos y que se espera que repunte pronto. En cuarto lugar la minería, que es sin duda el gran productor de riqueza en la región, es el sustento productivo real que permite el desarrollo de la quinta área, que esa la de servicios. Resturantes, hoteles, servicios médicos, comercio en general, educación, desarrollo inmobiliario y construcción, tienen una gran dependencia de ese desarrollo minero, ya sea directa o indirectamente.
En fin, si bien resulta esperanzador el anuncio de la desaladora, buses eléctricos y la inyección de recursos públicos a través de la construcción de hospitales y carreteras, en indispensable que las autoridades vean seriamente la necesidad de apuntalar el desarrollo de proyectos mineros.
Y es que aunque muchos apuestan hacia la diversificación de la matriz productiva con más tecnología y valor agregado, lo cierto es que ese proceso no ocurrirá de un día para otro. Demorará muchos años y mientras tanto es necesario contar con esa base productiva que permite el desarrollo de todo lo demás.
Pretender el crecimiento económico sin el desarrollo minero, hoy, en el año 2024, resultaría al menos ingenuo. Esa es la realidad y esa es la urgencia de generar las condiciones para el desarrollo de las grandes inversiones mineras. Al final, son los que generan riqueza y sus impuestos los que, en concreto, terminan pagando la cuenta. Esa es la realidad.
Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo