QUE NADA TE ESPANTE

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La frase “NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE; TODO SE PASA, DIOS NO SE MUDA; LA PACIENCIA TODO LO ALCANZA. QUIEN A DIOS TIENE NADA LE FALTA.SÓLO DIOS BASTA”, es no sólo una frase inmortal sino una sublime oración tantas veces cantada en actos solemnes en ambientes cristianos que deberíamos tener siempre presente en estos turbulento momentos que vivimos como país y que vive también el mundo de hoy, en el que tantas democracias se encuentran en alto riesgo de transformase en una NARCOCRACIAS.
Se trata de una frase, inspirada en el Salmo Nº 37, que permanece marcada a fuego en la religiosidad cristiana desde hace siglos y que no cabe duda que continuará remeciendo el espíritu humano y religioso hasta el fin de los tiempos.
En boca también de tantos mártires que han ofrendado su vida en defensa de una fe inquebrantable hasta el fin de sus vidas acá en la tierra. Tragedia humana que no se remonta solamente a los primeros años del cristianismo bajo el yugo del imperio romano. Es una situación que afecta también desgraciadamente a muchos cristianos hasta nuestros días en diferentes lugares del mundo, en que son perseguidos, enjuiciados, condenados e incluso aniquilados a causa de su fe en diversas circunstancias.

Lo más preocupante a estas alturas es que se trata de una situación que habitualmente no es noticia. Se trata de una tenue bruma que pasa desapercibida y que se va infiltrando no solamente en sociedades más descreídas sino también en forma silenciosa y progresiva en países en los que se supone el cristianismo tiene un fuerte arraigo desde su origen y que se suponen “más civilizados” por su gran poder económico y sus avances tecnológicos.
Lo más increíble es que muchas veces este fenómeno antirreligioso es estimulado insistentemente por instituciones internacionales de renombre que se supone tienen como misión promover la paz y la libertad religiosa en el mundo, y que por el contrario podemos observar que tienden más bien a desequilibrar la balanza hacia la intolerancia religiosa en busca de imponer programas a través los cuales pretenden uniformarlo todo a su amaño de la mano de argumentos ideológicos que se contraponen inevitablemente con los principios fundamentales de la fe.
Se dedican con ahínco a organizar actividades destinadas a aplastar cualquiera creencia religiosa que se oponga a sus planes totalitarios, argumentando con frecuencia que promueven presuntamente “mensajes de odio” porque no están de acuerdo con sus premisas, con el afán de controlarlas y en lo posible destruirlas en una actitud abiertamente negacionista. Han ido de esta manera coaptando progresivamente la libertad religiosa a través de un avance subterráneo y silencioso del que la mayoría de los ciudadanos no tiene conciencia alguna, dado que no es noticia para los medios de comunicación o bien ejercen un probable control sobre ellos.
Se aprovechan sin duda del creciente aumento de la inseguridad y el ambiente de incertidumbre que reina no solamente en nuestro país sino en todo el mundo, lo que les ha brindado la oportunidad de pasar prácticamente desapercibidas a pesar de sus evidentes y reiterativos intentos de influir en los gobiernos a través de inducirlos a la promulgación de leyes que avalen sus planes orientados a un control totalitario, interfiriendo con el derecho a la autonomía territorial a que cada país tiene pleno derecho.

En cuanto a nosotros como ciudadanos chilenos no podemos dejarnos avasallar y permitir que instituciones internacionales de gran poderío económico nos manipulen, nos presionen y mucho menos nos obliguen a aceptar a rajatabla sus programas, interfiriendo en nuestras decisiones y sobre todo en nuestras leyes. No nos turbemos ni nos espantemos ante sus amenazas de sanciones económicas o del tipo que sea. Tenemos que mantenernos firmes en nuestros principios. Nadie, por muy poderoso que sea, puede obligarnos a someternos a voluntades ajenas. Defendamos nuestra idiosincrasia, resistamos o el desigual embate, tengamos paciencia en que, como nos recuerda Santa Teresa de Ávila, llegará un momento en que “todo pasará” . Porque la globalización no significa transformarnos en esclavos de nadie aunque otros hayan aceptado prebendas a cambio. Somos todavía, gracias a Dios, aquel “Chile, fértil provincia y señalada de remotas naciones respetada por fuerte principal y poderosa, por rey jamás regida ni a extranjero dominio sometida”, descrita por Alonso de Ercilla en el poema épico de La Araucana.

Por Dr. GONZALO PETIT / Médico