Proyectos relevantes, certidumbre, agua en minería, proceso constituyente… Las definiciones de Juan Carlos Sáez, presidente de Corminco

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Proyectos relevantes y otros cuestionados, el uso de agua para la industria, certezas para el impulso del sector y el proceso constituyente son algunas temáticas que abordó el presidente de la Corporación Minera de Coquimbo en entrevista con Semanario Tiempo.

Juan Carlos Sáez, presidente del Consejo Regional de Minería de Coquimbo, CORMINCO, es ingeniero civil el minas y gerente general de Compañía Minera San Gerónimo.

Desde hace un tiempo, la sensación es que la Corporación Minera de Coquimbo, Corminco, estaba alejada de las definiciones y decisiones del escenario público. Eso, en medio de la transformación producto del estallido social y los procesos de la redacción de una nueva Constitución… Mediáticamente el gremio decía poco.
Ello, explica su presidente, Juan Carlos Sáez, fue producto de un cambio estructural al interior del gremio, que agrupa a las empresas mineras más relevantes de la región de Coquimbo, como Teck Carmen de Andacollo; Minera Tres Valles; Compañía Minera San Gerónimo; Minera Los Pelambres, Compañía Minera del Pacífico (CMP) y el proyecto Arqueros.
“Corminco tiene un mensaje importante que entregarle a la región en cuando a la industria minera”, cuenta el dirigente, quien promete desde marzo “volver con todo”, en base a un programa de trabajo “acorde a los cambios que el país está sufriendo”.

Proyectos relevantes
Al ser consultado por esta temática, Sáez enumera y precisa sobre dos iniciativas que signifiquen “un impacto positivo” no solo para las comunidades, sino que generen fuentes de empleo, recaudación fiscal, además del propio desarrollo minero. En ese sentido, deja en claro que el Proyecto de Adaptación Operacional (PAO) de Minera Los Pelambres y la reciente aprobación del proyecto San Antonio de Minera San Gerónimo se acercan a esa línea, “porque hay un buen consenso que se ha logrado a través de los instrumentos territoriales, participaciones ciudadanas y acuerdos para llevar adelante esos procesos industriales, sin menoscabo de las realidades particulares de cada entorno”.
“Esos son los proyectos en las partes constructivas, pero incluyen también las fases de desarrollo y producción, y cuando se trata de yacimientos de buen nivel, entonces estamos hablando de décadas en que uno puede contar con empleos de gran calidad”, asegura.
Respecto al proyecto El Espino, se limita a que su no ejecución obedece a decisiones particulares, pero explica que, en el caso de un proyecto nuevo, recién saliendo de la fase de exploración, se enfrenta a escenarios complejos, que van desde certezas en el yacimiento mismo, a reglas que se equilibran con un plan minero, de inversión y una planificación de desarrollo.
Respecto a Dominga y Cruz Grande, se referirá más adelante.

Certidumbre
“¿Cuáles son esas certezas?”, cuestiona. Primero deben existir reglas claras del juego, en el ámbito económico, legal y medioambiental. Durante estas semanas, está en discusión la propiedad minera. En ese aspecto, Sáez explica que “después que se generó el último Código Minero, la minería chilena tuvo un auge tremendamente positivo para el país. Ese auge se basa en el derecho a la propiedad. Y la propiedad minera, el uso de las aguas, hoy están en el aire. En esa condición es imposible que uno le puede pedir a un inversionista que siga financiando sin entender qué es lo que va a pasar”, asegura.

Proceso constituyente
Cuáles son las aprensiones. Primero que todo, comenta, “lo más importante es entender el proceso constituyente, y la complejidad está en que uno no puede analizar una norma sin entender a dónde van los grupos que hoy están dominando el proceso”.
Sin entrar en precisiones, argumenta que el modelo –“al que acostumbrados a vivir” está siendo “deconstruido o destruido”. Por ejemplo, dice, surgió como estrategia la nacionalización: “y vivimos en una industria como la del cobre, donde la nacionalización se efectuó hace muchas décadas”. Y agrega: “el agua es de todos los chilenos, no de los grupos, sino es el Estado”. ¿Qué es lo que se está buscando?, se cuestiona nuevamente, pero con respuesta: “es la destrucción de un sistema político y la construcción de algo diferente. Y ese algo diferente, mientras los chilenos no definamos si nos gusta o no, va a ser bien complejo que la minería pueda funcionar”.

Agua
La fuerte restricción hídrica por la ausencia de precipitaciones impacta al consumo de agua fresca en la población y las actividades productivas. Según Sáez, la industria posee posturas “muy claras”. Entre ellas, el énfasis de entender el fenómeno, apoyando a las universidades y a los grupos científicos de la región, que, a través de la recolección de datos, luego creando modelos por cuencas, elaboraran soluciones al problema. “Recordando que, y esto es imperativo, hay que entender que la industria minera no es el que depreda el recurso. La primera industria que hace uso del agua es la agrícola, y por lejos, por más del 90%. Y probablemente el 5% de la región corresponde al uso que hace la industria minera, y el resto es el consumo humano y otras industrias”, menciona.
Otro rol en la temática de la minería se basa en preguntarse ¿qué es lo que vamos a hacer? Y en ese sentido, dice, la industria ofrece tres caminos. El primero es que “da lo mismo si es gran o mediana minería, no hay empresa que no esté apoyando en sofisticar sus modelos de gestión para poder disminuir el recurso. Entonces, Minera Los Pelambres, Tres Valles, San Gerónimo, CMP, todas las compañías están haciendo esfuerzos en pensar y ocupar tecnología para disminuir al mínimo el consumo hídrico fresco”.
Una vez que se ha conseguido aquello, considera que lo segundo pertinente revisar cómo la minería aporta a aquellas comunidades que lo necesitan. “Y ahí tienes un trabajo mancomunado entre la compañía minera y su entorno, las comunidades a su alrededor, como hace Minera Los Pelambres cediendo parte de sus recursos hídricos para que las comunidades agrícolas”, cuenta.
Finalmente, el aporte de gremios como Sonami, Cidere y Corminco, dice, está en el desarrollo hídrico por cuenca, Limarí, Choapa y Elqui, para acudir a la desalinización como la solución para obtener una gran fuente de nuevos recursos hídricos, disponible para el consumo humano e industrial. “Y eso es un discurso que viene fuertemente de la mano de Minera Los Pelambres, que tiene su propia planta desalinizadora, y ten por seguro que están todas las compañías mineras mirando y viendo cómo apoyar al Gobierno Regional para que las desalinizadoras por cuenca sea una realidad lo antes posible”, concluye.

Dominga y Cruz Grande
Para el mandamás de Corminco, tanto el proyecto Dominga, hoy judicializado en la Corte Suprema, y el proyecto Cruz Grande, entrampado en Tribunal Ambiental, es de preocupación para la industria. Ello, asegura, pues el consenso general es que la minería ha tenido un cambio importante, positivo a su juicio, en las últimas dos décadas, relacionado en cómo las empresas enfrentan sus compromisos ambientales, “totalmente diferente a cómo ejercía esa acción hace 20, 30 o 40 años”.
“El dinamismo de la industria no puede ser posible si no tenemos la licencia social y ambiental como ejes del negocio, al igual que la extracción del recurso. No hay negocio, si no fuese a través de la extracción eficiente del recurso minero, de la maximización de la licencia social y ambiental. Y todo eso, sino está junto, no existe negocio minero. Esa definición es tremendamente importante que la mayoría de la gente no la entiende, pero hoy es parte del núcleo de cada una de las industrias mineras de la región”, grafica.
En ese contexto, reflexiona, “cuando adviertes una normativa tremendamente constrictiva, que es la normativa medioambiental, que cuida, a través de la legalidad, con todos los instrumentos, y cuando presento un proyecto, y éste es aprobado, tenemos la absoluta certeza que va a ser bien construido”.
“Ante esos elementos, no me cabe duda que lo mejor que le puede pasar hoy a la región de Coquimbo es un proyecto Dominga que vaya adelante. Y que termine de una vez por todas, con un discurso que tiene que ver más con politiquería, que por el bienestar de la región por sí misma”, finaliza.