Quizás sería más preciso hablar de lo “aparentemente invisible”, ya que muchos importantes aspectos cotidianos, que parecieran invisibles, realmente pasan frente a nuestros ojos.
Por ejemplo, en el mes de mayo del año 2017 hubo una lluvia de casi 100mm en 24 horas. En esa época se publicaron imágenes con la envergadura de la crecida del río Elqui en el sector Puerta del Mar, que amenazó seriamente a los edificios aledaños a la ribera del río. Todos fuimos testigos y el MOP hizo una intervención con maquinaria pesada para encauzar el río, que generó la molestia de ambientalistas por la afectación de la vida silvestre del sector. Hoy, en ese sector se construyen dos torres con cerca de 300 departamentos y hay un conflicto con los vecinos y ambientalistas que impiden el inicio de las faenas privadas. La pregunta es si es predecible el potencial riesgo en ese sector dados los antecedentes que todos conocemos y si la planificación es consecuente con lo que nos grita la naturaleza.
Otra situación es también muy delicada. Muchas veces hemos visto cómo circulan camiones cargados de algas, verdaderos árboles submarinos que literalmente son depredados en volúmenes que sabemos -a ojo de buen vecino- podría afectar el ecosistema. Bueno, hace algunas semanas se comunicó un estudio de investigación del CEAZA referente al “huiro palo” (alga Lessonia trabeculata) que cumple un rol fundamental desde el punto de vista económico y ecológico. “Por su forma de árbol y su distribución en el fondo marino rocoso, llegan a formar verdaderas praderas o bosques que constituyen un hábitat que sirve de refugio, asentamiento y desarrollo de un gran número de invertebrados y peces marinos”, señalan los científicos.
“Se hace urgente y necesario reducir las cuotas de extracción o mejorar la fiscalización con el fin de asegurar que las poblaciones existentes mantengan su acervo genético, y de esta manera permitirles que puedan adaptarse naturalmente a los cambios de temperatura y pH que se predicen para el océano en un futuro cercano”, concluyen categóricamente.
Entonces la pregunta es qué se hará al respecto. ¿O es que quizás esperaremos decenas de años para lamentarnos por la depredación de aquellas algas?.
Hoy algunos rasgan vestiduras por la zona costera de La Higuera, pero la pregunta es qué han hecho para planificar el desarrollo y la protección real del medio ambiente (además de reclamar cuando el tiempo político lo hace oportuno y conveniente).
Los científicos hacen su trabajo. El tema es cómo los que tienen que tomar las decisiones están atentos a lo que nos va indicando la ciencia, de manera oportuna y efectiva. Planificando de verdad o simplemente abriendo los ojos para ver lo que pasa frente a nosotros, pero que parece invisible.
Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo