Siempre existen paradojas en los procesos de desarrollo económico de las naciones. Por lo pronto, la exigencia actual de autorregularnos para mejorar los índices de contaminación y reducir los gases de efecto invernadero es un objetivo que parece natural y obvio en estos tiempos.
Sin embargo, para lograrlo debemos necesariamente modificar nuestros hábitos de consumo y probablemente renunciar a formas de vida a ciertas comodidades que nos parecían naturales pero que el fondo producen un daño en el medio ambiente.
En los últimos 50 años el plástico fue la materia prima por excelencia. Incluso en los años 80 y 90 el plástico era bien visto si reemplazaba las cajas de los televisores o las cubiertas de un vehículo. Hoy, la madera es un lujo y el plástico es cada vez más mal visto como producto contaminante no amigable con el medio ambiente.
El mismo modo, por paradojal que parezca, y aunque la fama de la minería pueda generar adversarios en los ecologistas extremos, lo cierto es que los minerales tienen un rol clave en la lucha contra el cambio climático, ya que las tecnologías a nivel global que están asociadas a la generación de energías limpias utilizan una gran cantidad de minerales y metales.
De estos minerales y metales la mayoría se extraen y producen en Chile, tales como el cobre, litio, hierro, plata y molibdeno.
Por ejemplo, según dato de la red “Compromiso Minero”, para construir una turbina eólica de 3 megawatt se necesitan casi 5 toneladas de cobre y 335 toneladas de acero, metal que proviene del hierro.
Asimismo, una planta solar de 1 megawatt necesita 5 toneladas de cobre. Esto significa que, solo en el desarrollo de energía solar en el mundo, se utiliza alrededor del 11% del suministro global de cobre.
En ese sentido, Chile tiene la tremenda oportunidad, y la ventaja comparativa para ser líder en la transición mundial hacia la implementación de energías limpias.
En este sentido debemos entender que el aporte que hace la minería no solo es necesario sino indispensable para este desarrollo sostenible del que tanto hablamos. El asunto es que la minería también debe perseverar en mejorar todos sus estándares en forma permanente y dar certezas de un trabajo consciente, cuidadoso y en armonía con el medio ambiente.
Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo