La designación del médico Rubén Quezada en la Delegación presidencial de la Región de Coquimbo, es sin duda una buena señal. Una persona que a pesar de su juventud viene de ejercer un liderazgo claro en plena pandemia y evidentemente existe una confianza por la preparación mínima para ejercer el cargo, o al menos la voluntad demostrada de escuchar y aprender, tal como lo ha hecho hasta ahora.
En este sentido, es la primera vez desde el retorno a la democracia que el cargo es ocupado por alguien que no viene de la militancia política dura. Quizás podríamos evocar al ex intendente Felipe del Río, pero que tenía otras características más cercana al mundo empresarial que lo hacían más distante de la realidad local.
Es de esperar que lo que comentan aquellos que han compartido con el doctor Quezada no se equivoquen al describir su forma de liderar. Es de esperar que forme buenos equipos de trabajo y que -como buen director de orquesta- permita que cada músico demuestre su talento en su respectiva área. Y eso lo decimos porque no pocas veces, el jefe regional de turno, incapaz de brillar por sus propias cualidades, sólo se ha limitado a acallar a su equipo para que no luciera más que él. Absurdo.
Si bien en el país hay un aire refundacional en desarrollo, todavía está por verse en el plebiscito de salida si lo que quiere el país es realmente eso. Pero más allá de la discusión constitucional, en nuestra región las prioridades que son bastante claras. Y para enfrentarlas existen actores, líderes en cada área, que sin duda están dispuestos a colaborar, porque lo han demostrado desde hace bastante tiempo. Es de esperar que esté en el ánimo del nuevo delegado saber sumar fuerzas, escuchar, abrir el diálogo para poder realmente avanzar. Al menos las expectativas en su persona sí existen y son positivas.
Finalmente, en este espacio no dejaremos de recordar que existe un proceso inconcluso en nuestra región para la construcción de una nueva Estrategia Regional de Desarrollo, una hoja de ruta que nos permita ver hacia dónde vamos, más allá de improvisar la reparación de los baches en el camino. No es un proceso constituyente regional ni mucho menos, es simplemente fijar el norte. Hacemos ese recordatorio a la nueva autoridad, que independientemente de lo que pase en Santiago, esa es la excusa perfecta para sentarse a dialogar sobre la región que queremos construir. Todos.
Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo