Vivimos tiempos de cambios disruptivos. Qué duda cabe de eso. Lo que conocimos, ya no es. Lo que es, hoy lo debemos comprender. Por cerca de cuarenta años, el acrónimo VUCA -acuñado en la Academia de Guerra de los Estados Unidos- nos sirvió precisamente para eso. Para dar sentido a los nuevos entornos sociales dinámicos en la medida que estos surgen. Sus siglas hacen referencia a las palabras volátil, incierto, complejo y ambiguo en su traducción al inglés. El término tiene valor pues es útil para resaltar la dificultad que reviste tomar decisiones adecuadas en un contexto de confusos cambios tecnológicos, políticos, económicos, ambientales y sociales.
Sin embargo, por muy evocativo que este término pueda parecer, muchos de los especialistas en prospectiva y diseño estratégico comenzaron a reconocer su creciente obsolescencia. Principalmente porque en estos tiempos de caos, el concepto ya no nos proporciona insights de valor. No es un descriptor útil para la construcción de sentido.
Es en ese contexto que surge un nuevo término: BANI. Nuevamente, sus letras se forman con las iniciales de conceptos en inglés. En este caso, brittle (frágil), anxious (ansioso), non-linear (no lineal) e incomprehensible (incomprensible). Esta explicación de la realidad actual en el contexto en el que nos desenvolvemos debe servir como un medio para que juntos como sociedad lleguemos a la conclusión de la necesidad de anticipar y hacernos cargo del futuro que nos depara.
Este entorno, entonces, es frágil, porque se articula en torno a sistemas aparentemente fuertes, pero que son susceptibles a repentinas y catastróficas fallas; es ansioso porque toda elección parece ser potencialmente desastrosa; es no-lineal porque la relación causa-efecto parece estar desconectada o ser desproporcionada; es incomprensible porque por más que intentamos encontrar respuestas, estas parecen no tener sentido.
Jamais Cascio, miembro del Instituto del Futuro, plantea que se trata de un descriptor útil para dar cuenta de esos escenarios en los que simplemente la volatilidad o la complejidad no son suficientes para comprender lo que sucede. Daremos señales de comprensión en el momento en el que nos hagamos cargo de dicha volatilidad y complejidad, resolviendo las amenazas que nos rodean y tomando decisiones centradas en el largo plazo.
Dichas situaciones antes mencionadas muestran condiciones no son solo inestables, sino también caóticas. En las que los resultados no son solo difíciles de anticipar, si no que son completamente impredecibles. Las situaciones no son simplemente ambiguas, son abiertamente incomprensibles.
Más allá de los acrónimos que queramos usar, lo cierto es que no sólo podemos, sino que tenemos la obligación de anticipar el futuro que se nos viene. Esto pasa inicialmente por hacernos cargo cada uno de nosotros de nuestras vidas y proyectos personales y también en cada una de las organizaciones de las que somos parte. Que no tengamos que decir una vez más “no la vimos venir” y más bien digamos que construimos y diseñamos nuestro propio futuro.