Importantes avances se han logrado en las políticas de igualdad de género. Es cierto que es un proceso, en el que muchos y muchas con el afán de “correr el cerco” han exagerado y presionado a través de ejercicios cuestionables como el uso del lenguaje inclusivo. Esas modas son parte del deseo imperioso por avanzar, por mostrar una realidad que sigue existiendo y constituyen herramientas discursivas efectivas y muy mediáticas (mientras sean pasajeras) que logran poner en la discusión pública estos temas.
De la misma forma que aquel baile y canto “el violador eres tú”, que fue un cántico de moda que marcó a profundamente algunas generaciones de jovencitas. Pero con el paso del tiempo se va sopesando el verdadero sentido de esa letra que estigmatizaba también en sentido inverso, cuestionando agresiva e indiscriminadamente a los hombres por su sola condición de tal. Finalmente, provocando una división, una separación y temor mutuo en un mundo en que todos nos necesitamos.
Pero más allá de los slogans, en lo práctico y permanente, se ha avanzado activamente en la tarea de incorporar a más mujeres en ámbitos laborales que antes les estaban vedados. Así hoy las mujeres ocupan un 16,6% de los puestos en empresas mineras. Un gran logro si consideramos que el 2014 eran tan solo el 7,5%. Y también sobrepasan ya el 12% en los directorios de grandes empresas en general.
Es decir que se avanza, forzando mediante legislación y medidas activas una discriminación positiva hacia las mujeres, que hoy cuentan con más cupos obligatorios disponibles para lograr estos avances en igualdad de género.
Seguramente llegará ese día en que las mujeres sean más que los hombres en posiciones de poder y ya no tengan sentido las normas de discriminación positiva. Mientras tanto, la tarea es pujar, correr el cerco.
Llegará el día también en que las mujeres en posiciones de poder no tengan que sentir la presión psicológica por demostrar más que los hombres. Sentirse cuestionadas u observadas permanentemente, con el deber de validar su posición.
Se ha avanzado, y seguramente nuestras generaciones adultas seguirán cometiendo errores. Pero el verdadero cambio se producirá con las nuevas generaciones, los niños para quienes el cuidado al medio ambiente será la normalidad y para quienes las diferencias de oportunidades entre hombres y mujeres parecerán de otra época.
Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo