El amarillo y el negro se unen al turquesa este martes 24 de septiembre en el Estadio Francisco Sánchez Rumoroso, donde Coquimbo Unido enfrentará a Everton en el marco del Campeonato Nacional.
Es una linda imagen esa de la mezcla de colores y de propósitos, porque de eso se trata el homenaje que hará el equipo de fútbol insignia de Coquimbo a los 80 años de existencia de ese “milagro cotidiano” que elevó a los altares al activista social Alberto Hurtado: el Hogar de Cristo.
Fundado el 19 de octubre de 1944, nace de la epifanía que experimentó el padre Hurtado la noche anterior, al descubrir a un hombre enfermo, aterido de frío y afiebrado, durmiendo en un zaguán. El padre Hurtado ve en él a Cristo y decide darles un hogar a todos esos Cristos pobres que vagan por un Santiago con índices de pobreza abismantes.
Hoy esa pobreza a pata pelá, tuberculosa, con niños vestidos con harapos de gente grande, durmiendo bajo los puentes; analfabetos, abandonados, migrantes desde los campos del sur o las faenas mineras del norte a la ciudad, no existe. Los índices de escolaridad, analfabetismo, mortalidad infantil, muertes al nacer, eran paupérrimos considerados con los actuales. En 1952, cuando muere Alberto Hurtado, a los 51 años, los hombres tenían una esperanza de vida de 50 años; hoy es de 79 para ellos y de 82 para ellas.
¿Podemos decir entonces que la disminución de la pobreza es un objetivo cumplido? Para nada. Las nuevas vulnerabilidades sociales se han vuelto cada vez más complejas y diversas. En nuestra región, tenemos una deuda profunda con la infancia vulnerada bajo la protección del Estado.
Son niños, niñas y adolescentes que en cuanto a apariencia en nada difieren de sus congéneres, pero su procesión va por dentro. El nivel de daño que arrastran requiere de profesionales con los que ni siquiera contamos. El 95 por ciento de la población que atendemos tiene problemas de salud mental. Todos están con medidas de protección judicial, han padecido violencia intrafamiliar, abuso y explotación sexual comercial. Muchos han estado en sistema de protección desde los 2 años y tienen problemas de consumo problemático de alcohol y drogas. Y nosotros como Hogar de Cristo y como región no tenemos el nivel de especialización requerido para tratar la complejidad de sus problemáticas”.
Actualmente contamos con dos casas; una para 11 niñas y otra para 11 niños, porque la evidencia ha demostrado que las residencias masivas multiplican el daño. Pero ninguno de estos avances es suficiente para abordar una realidad tan compleja con mínimos recursos y una suerte de extendida indiferencia social, que solo se activa cuando sucede una desgracia.
Las personas en situación de calle, muchas de las cuales tienen en su historia el paso por el sistema de protección infantil, son el otro tema al que el Hogar de Cristo se ha dedicado con ahínco desde su creación. Hoy el incremento de quienes viven a la intemperie se ha extremado. Lo vemos en nuestras ciudades. ¿Razones? Una grave y evidente crisis habitacional que ha hecho proliferar los campamentos y arrojar a las familias a la calle, a lo que se suma el fenómeno de la migración, que agrava la necesidad de vivienda.
Sería notable contar en la región con el programa Vivienda Primero que en cinco años ha logrado sacar de la calle a casi un millar de hombres y mujeres mayores de 50 años con larga experiencia en esa situación. Es una iniciativa social que genera cambios notables: de salud, vinculación familiar, empleo. Dignidad, en definitiva.
Menciono dos temas de preocupación preferente del Hogar de Cristo en este octogésimo aniversario, que en Coquimbo celebraremos con el apoyo del equipo de los piratas, mezclando colores y propósitos, como decía al inicio.
El símbolo tras esa imagen es que para lograr construir un Chile sin pobreza se requiere trabajar juntos: Estado, sociedad civil organizada, academia, clubes deportivos, como Coquimbo Unido. Este martes nos apoya y sabemos que lo seguirá haciendo porque son muchos los que creemos que en conjunto lograremos ganarle por goleada a la desigualdad y la pobreza.