En la Región de Coquimbo, hay 267 niños, niñas y adolescentes que, lamentablemente, deben ser separados de sus familias biológicas debido a situaciones de abandono, abuso sexual, negligencia o maltrato por decisión de un tribunal con competencia en familia. Ante esta realidad, surge la pregunta: ¿Podemos ofrecerles una alternativa más cálida y familiar?
Numerosos estudios coinciden en que el acogimiento familiar supera con creces la vida en una residencia, permitiendo un desarrollo emocional y cognitivo más saludable para los niños y niñas, así como un fortalecimiento de su autoestima, y créanme, lo he visto reflejado en las experiencias que me ha tocado conocer. Es esencial contar con familias dispuestas a ofrecerles el amor y la estabilidad que merecen. Aquí es donde las familias de acogida se convierten en un pilar fundamental en la protección de la infancia vulnerada.
Ser familia de acogida no implica reemplazar a los padres biológicos, sino brindar un espacio temporal donde los niños/as puedan sanar, crecer y desarrollarse en un ambiente positivo. Estas familias son una extensión de la comunidad y desempeñan un papel vital en el proceso de reintegración familiar. Su amor y apoyo son fundamentales para que los niños atraviesen momentos difíciles con esperanza y seguridad.
Te invito a considerar la posibilidad de convertirte en familia de acogida. Esta decisión no solo transforma la vida de un niño, también enriquece la tuya. Los lazos de empatía y solidaridad que se crean, trascienden la relación familiar convencional, generando un impacto positivo duradero en la vida de los niños y niñas.
Reconocemos que no todos pueden ofrecer un hogar temporal, pero existen otras formas de colaborar. Sensibilizar sobre la problemática, brindar apoyo emocional a las familias de acogida y promover espacios de diálogo son igualmente valiosas y pueden impactar positivamente en nuestra sociedad. Juntos, podemos construir una cultura de acogimiento que proteja a los niños y adolescentes que han sido vulnerados en sus derechos. Para quienes han enfrentado situaciones adversas, hallar un refugio seguro puede ser la clave para transformar un futuro condicionado por el trauma en uno lleno de oportunidades y esperanza.
Todos tenemos un papel que desempeñar en la protección y el cuidado de la infancia. Se necesita la colaboración de cada uno de nosotros para garantizar que los niños y niñas crezcan en entornos seguros donde se respeten sus derechos.
Si estás considerando ser familia de acogida, los requisitos son simples: ser mayor de edad, no tener antecedentes penales y no estar inhabilitado para trabajar con niños y adolescentes. No es necesario estar casado ni tener hijos. En todo el proceso, nuestro programa los acompañará por el tiempo que dure el acogimiento.
Únete al poder de cuidar. Tu decisión puede transformar la vida de un niño y contribuir a la creación de un futuro más esperanzador para todos.
Director regional (s) del Servicio de Protección Especializada a
la Niñez y Adolescencia, Cristian Flores Valdivia.