Actividades de entretenimiento, celebración de matrimonios y bautizos, cenas de fin de año de empresas, cumpleaños, graduaciones escolares son las actividades más afectadas de una industria que apuesta por el descenso de casos, salir del confinamiento y avanzar en el plan de vacunación.
Johan Rojas, es concesionario Club de Campo Pan de Azúcar. En los últimos once meses solo ha podido trabajar tres –noviembre y diciembre 2020 y enero 2021 – en su restaurante y centro de eventos de la concesión que mantiene en el Club de Campo Pan de Azúcar.
Emplazado en la avenida la Cantera, frente al cementerio Parque del Recuerdo, rodeados de empresas, lamenta como todas las actividades o ceremonias; cenas y almuerzos; fiestas y celebraciones han debido detenerse por la pandemia del Covid-19.
“Se cancelaron licenciaturas de colegios, bautizos, matrimonios, fiestas de 15 años, aniversarios, actividades de fin de año que hacen las empresas. Aproximadamente, entre 4 a 6 actividades realizábamos cada mes, pensando en actividades por sobre las 100 personas”, comenta.
Un lamento mayor es el retroceso a cuarentena cuando literalmente “murieron” los fines de semana, dice. Para cualquier restaurante, explica, en cualquier parte del país, los días hábiles de la semana nunca va a reemplazar un fin de semana: “son el 60% de las ventas semanales”.
Otra evidencia del duro momento es la pastelería que posee para tortas de novios. Si el 2019 preparó 75 tortas, el 2020 cayó a 20 y este año no tiene ningún pedido.
El 2020, a causa del estallido social, muchos de los matrimonios se vieron afectados, porque la temporada comienza en octubre, y la gente va a aplazando sus decisiones. Y después vino el toque de queda, por lo general los eventos son. Llevábamos cerca de 20 solicitudes de cotizaciones por fiestas para matrimonios, de las cuales ninguna se pudo concretar, en diciembre”, sostiene.
En ese sentido advierte que en un evento para 100 personas pueden verse involucrados hasta 25 trabajadores, tanto en el restaurante, los servicios de comida, bar, garzones e iluminación. Indica además que en un matrimonio hay “muchísima” gente que también participa para el vestido de la novia, el traje, la florería, el servicio de limusina, el fotógrafo, y “por lo general uno no trabaja siempre con las mismas personas”.
El Club de Campo de Pan de Azúcar, posee instalaciones amplias y espacios cerrados, abiertos y semi cerrados. Se puede explotar mañana-tarde-noche pero con el toque de queda la restricción de funcionamiento se extiende a las 19:00 horas y la cuarentena resta los sábados y domingos. “Y el delivery no reemplaza nunca la atención de público, aparte que las plataformas que son conocidas, te cobran comisiones altas, en promedio, entre el 30 y 35% del pedido. Y si le sumas el 19% del IVA, los insumos y los costos de tener a los trabajadores en el negocio, a los empresarios les queda un 10%”, grafica.
Conocedor del área, mantiene que la pandemia dejó en cero a otros que trabajan en la producción de eventos. Por ejemplo, los DJ, productoras, garzones, entre otros, son los más perjudicados. “En verdad no es fácil para el rubro, a pesar que la opinión pública dicen que nos hacemos millonarios en verano, cuando tienes afectados tres veranos consecutivos uno hace el esfuerzo sobrehumano de encalillarse porque esperamos el día de mañana volver a abrir con cierta normalidad”, cuenta.
Las esperanzas están en el descenso de casos, salir del confinamiento y avanzar en el plan de vacunación. “Lo que sí sabemos es que hasta mayo-junio, eventos y matrimonios no vamos a tener”, concluye.
Marco Carrasco propietario de Napoleón Eventos y presidente de Hotelga IV Región, tiene una idea similar. “El mercado de los eventos de matrimonios y otros están absolutamente cerrado, desde hace un año”, dice, y añade que ahora las celebraciones son residencias, en horario de almuerzo y con un máximo de 10 personas. Son los nuevos hábitos para las pocas actividades que se han desarrollado en los últimos meses. “
Con 10 celebraciones suspendidas, Carrasco también apunta por las restricciones de eventuales contactos del virus, la normativa y las capacidades de aforo de los lugares como los factores más relevantes, pero comprensibles, que impiden realizar estos eventos en la industria local. Por el momento, “el toque de queda ahuyenta a cualquiera y el aforo restringe por las distancias entre una persona a otra, y entre las propias mesas. Esas restricciones hacen que sea imposible realizar este tipo de eventos. Ese mercado de arriendo de carpas, toldos, vajillas, e infraestructura, está sin movimiento, cero. Esos negocios están guardados, sin ventas”, comenta.
Cambio de hábitos
Generalmente, los matrimonios se realizaban en horario de tarde-noche y luego los asistentes pasaban a un lugar para bailes y compartir con los festejados. Pero el covid-19 no solo provocó la disminución de las uniones, sino que cambió los hábitos para las pocas nupcias que se han desarrollado.
Según Carrasco, hoy estas actividades se desarrollan a la hora de almuerzo y los invitados se reducen a los más cercanos. “A esto tenemos que sumar, además de las restricciones y la normativa, que las personas no están dispuestas a ser enjuiciadas socialmente por realizar este tipo de eventos. Hay un tema de conciencia para evitar que las personas se puedan reunir”, agrega. Las consideraciones se dan porque los propios clientes, alude, deciden postergar las fiestas para evitar problemas con vecinos ante ruidos molestos, circulación de personas y aglomeraciones en un espacio determinado. “Hay conciencia ciudadana de pegarse a la normativa. Puede ser que a raíz de la realización de algún tipo de evento, pueda haber este tipo de manifestaciones, como una funa, pero la gente está más preocupada de evitar la multiplicación de este contagio”, concluye.