Represas contienen el 26% de la capacidad total existente en la región y la regla operacional por la distribución del recurso se mantiene en un tercio de lo que corresponde a cada acción. Sedimentos arrastrados por las lluvias no tiene su origen en los eventos meteorológicos, sino que, a la modificación de los suelos, que dejaron de estar compactados por la agricultura.
Según las estimaciones de la Dirección General de Aguas (DGA), los ocho embalses distribuidos en la región de Coquimbo lograron adicionar 181,3 millones de m3 del valioso recurso hídrico, luego de las últimas precipitaciones registradas durante julio.
Según el Boletín Hidrometeorológico Semanal -actualizado al 08 de agosto- el avance es significativamente mayor, puesto que, a inicio de ese mes, la capacidad embalsada en los tranques era de apenas 163 millones de m3. Con el recurso actual, las represas destinadas a riego quedaron con una reserva de 344,5 millones de m3, es decir un 26% de lo que se puede almacenar.
Entre los embalses que han experimentado una mejora están Puclaro, en Elqui, y La Paloma, en Limarí (ver recuadro). Esto, aunque los administradores difieren de las cifras entregadas por la DGA, donde además advierten que existen problemas para distribuir el agua por los sedimentos en los canales.
Durante el mes de julio, las precipitaciones en la red meteorológica de la DGA han mostrado montos importantes de lluvia. Destacan los superávits hasta la fecha en La Serena (29%) y Ovalle (71%). A pesar de estas lluvias, la mayoría de los caudales continúan manteniéndose por debajo de sus promedios históricos, sostiene el organismo dependiente del Ministerio de Obras Públicas.
“En el acuífero Elqui, en la Región de Coquimbo, sector Elqui Alto, se han presentado recuperaciones a lo largo del tiempo, pero con una marcada tendencia a la baja de los niveles, durante el último año del periodo informado se observan una leve estabilización. En sector Lagunillas se sigue observando descenso de niveles, que aproximadamente son a una tasa de 1.5 metros por año”, sostuvo la DGA.
Raúl Díaz, administrador del embalse La Paloma, comenta que, si bien los aportes fueron similares en los embalses, las magnitudes de éstos son distintos. “Por ejemplo, en el caso del embalse La Paloma, cuando uno habla que en el momento de la precipitación hayan entrado 10 millones de m3, para un embalse de 750 millones de m3 es bajo, pero en Recoleta y Cogotí, que son de 100 y 150 millones de m3, respectivamente, es valioso”.
En ese sentido, agregó, que es “rara” la información de la DGA, “porque la verdad tenemos ingresos de 2,5 litros por segundo, eso se traduce en 120 m3 por día, por lo tanto, es imposible llegar a esas cifras. Quisiéramos llegar a esas cifras”. “Favorecidos por las lluvias de los días 14, 15 y 16 de julio, cuando ingresó un golpe de agua de 14,1 millones de m3, en esos tres días. Si tomamos las lluvias del día 10, ahí entraron alrededor de 20,5 millones de m3”, explicó
“Van a tener que hacer una corrección (la DGA). El embalse no ha recibido aportes tan significativos a la fecha, aunque esperamos los deshielos”, puntualizó.
A su juicio de Díaz existe otro factor a considerar, ya que, según estudios académicos, las precipitaciones vinieron de una seguidilla de años secos además del efecto “encubridor” de la plumilla de la nieve. Eso significa que, primero, la tierra se recarga en el subsuelo, por lo que se requieren más precipitaciones y años lluviosos como estos para empezar a llenar la capa porosa de la cordillera.
En segundo lugar, la retracción de la nieve que exhiben las imágenes satelitales, muestra que ese tipo de precipitación tampoco fue de alta magnitud.
El gran problema adicional es que las lluvias afectaron con daño a los canales, especialmente por el sedimento y piedras, que Díaz no culpa al efecto meteorológico propiamente tal, sino a los suelos que dejaron de estar compactados por la agricultura. “Los canales están en una zona media de cota, a áreas bajas. Entonces, cuando se empezó a hacer agricultura no gravitacional, las personas empezaron a hacer camellones verticales que convergen con los canales, por lo tanto, modifican quebradas, la lámina de compactación de los suelos y eso termina acarreando material”, dijo.
Aseveró que solo en el canal matriz La Paloma se han retirado 300 metros cúbicos de material: “y no tengo donde depositarlos, los estoy incorporando en la berma del canal, pero si llega otro evento meteorológico, ya superé el talud del canal”, mencionó.
Distribución
Los problemas en los canales podrían afectar la distribución del recurso hídrico en el Sistema Paloma, considerando además que actualmente la restricción de la regla operación aplica a un tercio del volumen total almacenado. Ello quiere decir que el modelo otorga solo un tercio de los derechos de agua que posee el regante.
En ese sentido, explicó que se debe trabajar en modelos tomando en cuenta años secos, moderados o húmedos, que vayan en línea con el régimen climático.