Economía circular

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Hace más de diez años aproximadamente, en nuestra región se discutió largamente sobre la instalación de una central termoeléctrica en la zona norte de Chungungo, el proyecto Barrancones, que estaría ubicado cerca de otro similar a cargo de Codelco que era el proyecto Farellones.
En esa época los temores surgieron en gran parte por el desconocimiento que se tenía de todo, tanto respecto a los verdaderos impactos de las plantas energéticas como de la fragilidad del medio ambiente marino.
Y es que en el inconsciente colectivo una planta termoeléctrica está representada por Mejillones o por la zona de Quintero. Lo cual es similar a imaginar que un bus urbano actual será similar a las micros que corrían por Santiago en los años 80. Sin embargo, la tecnología ha avanzado en el mundo y las exigencias legales también.
Es cierto que otra cosa es definir como política de Estado el incentivo hacia energías limpias o la adecuada planificación territorial para excluir cualquier forma de desarrollo industrial en la zona costera de La Higuera. Pero eso es otra cosa.
El asunto es que hasta el día de hoy en países como Alemania o Francia se siguen construyendo plantas termoeléctricas, pero que cumplen con los más altos estándares y que suman el principio de economía circular, por ejemplo, desarrollando plantaciones acuícolas allí donde el agua con mayor temperatura es devuelta al mar o utilizando las cenizas del proceso termoeléctrico como producto básico para la fabricación de cemento.
De la misma forma, hoy se han instalado temores respecto a la instalación de plantas desaladoras principalmente por el potencial efecto que supone la devolución de salmuera (agua con altas concentraciones de sal) que podría afectar el medio ambiente marino. Y decimos podría, en condicional, porque aunque no somos los expertos, sabemos que en el mundo existen más de 6.000 plantas desaladoras y la tecnología está en franca expansión como alternativa sustentable en casi todo el mundo. Por tanto, el tema de la salmuera sus efectos y potenciales usos está siendo revisado y estudiado no solo en Chile.
Además, porque se sabe a ciencia cierta que el efecto que produce esa salmuera será diverso dependiendo de la configuración concreta del área de descarga, sus corrientes y vida marina, como también por el tipo de técnica que se utilice en la dispersión.
En fin, hoy en nuestra propia región, existen iniciativas interesantes de economía circular en las que han aprendido a reconocer como materia prima lo que hasta ayer era considerado basura. No siempre se trata de satanizar y quizás sea tiempo de poner a nuestros científicos a pensar más en economía circular y encontrar más y mejores usos para esa salmuera, que sin lugar a dudas debe tener un uso rentable todavía por descubrir.
Quizás haya un camino que no sea ciencia “en contra”, sino una ciencia que apoye y ayude a encontrar soluciones, usos, salidas que representen una oportunidad para todos…

Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo