El próximo viernes 25 de noviembre debería volver a producirse una nueva apertura del paso Agua Negra. Los esfuerzos son de ambos lados de la cordillera y así se vuelve a instalar con fuerza una agenda de integración que fue suspendida por la pandemia, por las contingencias políticas y económicas internas y –por qué no decirlo- también por una confusión, por un desenfoque respecto a lo que realmente importa.
De alguna forma se fue instalando de idea de que para seguir profundizando la hermandad y el proceso de integración política, cultural y económica, existía algo así como un requisito en la construcción del túnel. Lo cual sin duda hoy es un gran error.
La construcción del túnel gozó de un importante espacio en los discursos políticos de ambos países y hubo algunos que quisieron aprovecharse del tema como bandera de lucha de sus respectivas campañas. Nada más nefasto e irracional.
Han existido autoridades que con legítima reticencia han sacado el pie del acelerador respecto a los compromisos económicos para la construcción del túnel, enfatizando también las aristas ambientales. Pero eso finalmente es un tema técnico-político, que no debería inmovilizar las estrategias de acercamiento mutuo.
Pero también hay autoridades que quizás por ignorancia o desatino han generado un daño activo en las relaciones bilaterales, al no reconocer, por ejemplo, los códigos diplomáticos y de buena vecindad que se habían construido durante muchos años. Se desatendió a autoridades relevantes que visitaron la zona, se “ningunearon” algunos aspectos de la integración y finalmente se eliminó la unidad de relaciones internacionales del gobierno regional, un estamento clave para el trabajo de largo plazo.
Pero el desatino parece que llega a tal punto –sea por ignorancia o negligencia- que ahora se aparece públicamente pidiendo de una manera que se lee como soberbia mediante “oficios” la buena voluntad trasandina para recibir las veranadas de nuestros crianceros. Eso es no entender nada de nada.
Es de esperar que existan autoridades regionales que entiendan la importancia de al buena convivencia con los hermanos argentinos. Tenemos mucho que aprender mutuamente y mucho de lo cual beneficiarnos mutuamente. El que no logre verlo, debe revisar sus anteojos.
Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo