En estos últimos días ha habido varias entrevistas, diálogos, conversatorios, en todo el país, en los que se ha invitado a los constituyentes a conversar, a dar a conocer las ideas preliminares. Y se nota que en muchos hay ansiedad e incertidumbre, en parte porque falta fijar algo tan fundamental como el reglamento para el funcionamiento de la instancia.
Otros, se han mostrado con un alto grado de soberbia, arrogándose un poder individual que a primera vista no está dispuesto a construir verdaderas mayorías. Pero también algunos han demostrados estar abiertos al menos a escuchar. En fin, así están los que buscan imponer, los que están dispuestos a dialogar y los que van con una lógica de negociación política.
Sin embargo, hay razones prácticas que definitivamente obligarán a configurar alguna fórmula de trabajo que permita avanzar, ya que si tan solo tuviéramos que escuchar en forma continua y sin detención en jornadas de 8 horas diarias a todos los constituyentes, tan sólo en un discurso inicial demorarían cinco días seguidos y así sería imposible llegar a buen puerto dentro de un año.
También queda claro que este no será un diálogo constructivo “entre amigos”, sino que será una instancia de deliberación política dura, lo cual hace reflexionar en lo importante de la estrategia inicial de la constituyente. Es decir el ánimo con que el grupo se constituya desde un comienzo.
Y también queda claro que hay algo 100% seguro y en lo que probablemente todos estén de acuerdo. Que si este proceso no logra resolverse, será el peor escenario posible para Chile y habremos perdido como país una oportunidad única en nuestra historia.
Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo