Muchos años escuchamos sobre los distintos trámites para la construcción del plano regulador intercomunal y el plano regulador comunal, luego sobre los problemas de los loteos irregulares y sobre las tomas.
De alguna forma se confirma lo que todos sabemos, que todas las normas que buscan planificar territorialmente en nuestro país, llegan demasiado tarde y que la realidad supera siempre con velocidad supersónica el burocrático avance de la planificación pública.
Esta semana la comunidad del sector “Porotitos” conversó con el Delegado Regional respecto de su precariedad y la mala calidad de vida. Estamos hablando de una comunidad de 100 familias ubicadas a unos 30 minutos hacia el norte de la capital regional. Ellos han manifestado inquietudes en materia de salud, conectividad vial y telefónica, además de seguridad y abandono animal.
Es la tan famosa política de los hechos consumados la que se aplica para personas que tomaron la decisión de ir a vivir a un sector no urbanizado, sobre loteos privados, pero que requieren igual de servicios públicos básicos. Ahora sueñan con una posta rural o con más rondas de carabineros.
Existen otros sectores como Alfalfares, que tienen todas las características como para transformarse prontamente en verdaderos guetos suburbiales, sin ningún tipo de cuidado o inversión pública, sin luz ni alcantarillado conectado a la red, sin acceso para camiones de bomberos, sin seguridad ni conectividad.
El hecho es que hoy tenemos estos crecimientos urbanos inconexos y llenos de necesidades. Y las respuestas son dos posibles: O nos dedicamos a reordenar adecuadamente el crecimiento de estos sectores; o podemos desde ya a transformar nuestras herramientas de planificación, el próximo plan regulador, para que quizás algún día permitan desarrollar la ciudad con más cuidado y más realista y bien pensados.
Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo