“Una real evaluación del impacto ambiental que pueda causar un proyecto, debe considerar también las especiales características de la zona donde se emplaza, siendo un hecho público y notorio que el sector Quintero – Puchuncaví es uno especialmente afectado”, dictaba el fallo de la Corte Suprema con respecto a la planta desaladora que la empresa Aes Andes (ex Aes Gener), pretendía instalar en la bahía, reconvirtiendo algunas de sus centrales a carbón.
Dado que la desaladora se basaba en infraestructura existente, la empresa ingresó a la evaluación ambiental con una Declaración de Impacto Ambiental (DIA), la vía menos exigente de evaluación que tiene el sistema. Su aprobación generó la molestia de comunidades que llevan años luchando ante la justicia por los efectos en el medio ambiente y salud que han tenido las más de 15 empresas que operan en el complejo industrial Ventanas. Esto incluye intoxicaciones masivas, efectos a largo plazo en la salud, degradación de los ecosistemas costeros y varamientos de carbón en la bahía, entre otros.
El fallo de la Corte Suprema obligaba a la empresa a volver a enfrentarse al sistema de evaluación ambiental a través de un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) que considere los efectos sinérgicos y la especial situación ambiental de la zona. Unos días tras conocer el fallo, la empresa envió una carta al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), desistiendo del proyecto de la desaladora, que buscaba llevar agua a la Región Metropolitana.
Las escasas lluvias del invierno y el efecto acumulativo de diez años de sequía presionan el abastecimiento de agua potable para la Región Metropolitana. Aguas Andinas se declaró a principio de agosto en alerta temprana preventiva a causa de la “profunda escasez hídrica que afecta las principales cuencas de la región”. La preocupación que genera esta situación, lleva a buscar alternativas de abastecimiento de agua potable, como lo es la desalación.
Sin embargo, el proceso de desalación tiene efectos en los ecosistemas donde se instala, ya que aumenta el consumo de energía, bombea agua del mar y genera residuos que se devuelven a éste, con impactos en el ecosistema marino.
Existen otras alternativas más rápidas, menos costosas y con menor impacto o incluso con impacto positivo en los ecosistemas, que pueden explorarse antes de analizar la desalación y este tipo de procesos más invasivos. Así lo han planteado desde la iniciativa Escenarios Hídricos 2030 de la Fundación Chile, quienes estudian de forma multisectorial y participativa la crisis hídrica y las formas de enfrentarla. Soluciones como restaurar humedales y ecosistemas hídricos, o mejorar la eficiencia hídrica son algunas de las alternativas a corto plazo que plantean, antes de pensar en construir embalses y desaladoras.