A pesar del amplio apoyo político y la gradualidad con que fue aprobada, la reforma que reducirá de 45 a 40 horas la jornada laboral todavía deja importantes desafíos para su total aplicación.
En primer lugar, es importante que este cambio al interior de las empresas no se reduzca simplemente a salir un poco más temprano, sino que debe ir acompañado de un proceso de cambio al interior de los trabajos para que junto con este cambio se logren cambios en el nivel de productividad real en menos horas disponibles. En este sentido, como todos los cambios, debe ser visto como una oportunidad de revisión, capacitación e incentivos para mejorar los procesos internos, teniendo siempre en cuenta que el objetivo final es mejorar la calidad de vida de los trabajadores.
A más de alguno le sonará a “sobrecaga”, pero en realidad se trata de ser capaces de observar realmente donde están las brechas, los tiempos sin uso, e incluso la falta de metas claras y realistas para poder cumplir de manera más eficiente las labores.
Y atendiendo a la gradualidad, sería posible establecer preparación en este plazo de implementación para no producir mayor agobio o se sensación de recarga, sino de sentir realmente que logramos mayor eficiencia. Y también para lograr el objetivo final, que es entregar mayor tiempo con la familia, mayor tiempo para descanso. En este sentido el trabajo de salud mental es muy importante para la buena implementación de la nueva jornada.
Sin duda ahora que es ley, debe ser una oportunidad al interior de las empresas para revisar sus procesos, motivar a sus colaboradores, mejorar productividad, revisar incentivos, apoyar en la mejora de la calidad de vida laboral.
Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo