Seguramente para construir un discurso de Cuenta Pública deben existir todo tipo de asesores y consejeros. Equipos de trabajo que ayudan a conformar esos anuncios. Siempre la idea es abarcar a todos los espectros de personas, tratar de dejar satisfecho a la gran mayoría y dar anuncios que queden resonando. En varios de estos aspectos el presidente Gabriel Boric logró los objetivos.
En cuanto la región de Coquimbo, siempre se espera que sea nombrada y que se anuncien planes y programas significativos enfocados en empleo, desarrollo económico y ayudas por la “emergencia de la temporada”, ya sea sequía o calamidades. Algunos esperan guiños en materia ambiental y los postergados de siempre esperan que sus demandas sean al menos mencionadas.
En nuestra región uno de las tareas mejor ejecutadas sin lugar a dudas ha sido el reordenamiento de los sectores céntricos de las ciudades, por lo cual no sorprende que el presidente ahora anuncie una profundización de ese esfuerzo con la incorporación del casco histórico de La Serena como uno de los siete centros cívicos a nivel país, para ejecutar obras de recuperación de espacios públicos.
Aunque algunos parecen sorprendidos, en realidad el anuncio del corredor de electromovilidad es un reflote de algo ya anunciado, pero que va alejando (sepultando) la famosa idea de un tranvía. Evidentemente hay un tema de costos de por medio que hace más viable la implementación de buses eléctricos. Ahora, es de esperar que la bajada local sea diligente y bien ejecutada. Uno de los problemas más graves de la conurbación es el transporte, la vialidad y la movilidad.
En fin, el presidente también se dio tiempo para hablar de los 50 años del golpe de Estado, haciendo un llamado a la unidad del país. Con claridad recuerda que fue una dictadura, asunto que hoy hasta comparten dirigentes de derecha tradicional al señalar que “todo gobierno que no sea electo democráticamente es una dictadura”. De la misma forma, ampliamente en el país ha existido un reconocimiento de lo doloroso y traumático que fueron las violaciones a los derechos humanos, muertes y desapariciones. Esa intervención de militares fue una consecuencia dolorosa, indeseada y excesiva en muchos aspectos. Pero fue una consecuencia. Quizá este tiempo que se aproxima sea también tiempo para reflexionar sobre las causas y cómo el mal ejercicio de la política, el no respeto de las normas y las reglas comunes puede llevar la más profunda división nacional.
Idealizar y generar relatos románticos tampoco pareciera ser el camino. Es de esperar que las generaciones que vivieron esa época (probablemente hoy en el ocaso de sus vidas) puedan aportar en ese análisis por el bien de las generaciones futuras y para verdaderamente aprender de los errores cometidos. De todos los errores cometidos.
Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo