Como científico dedicado a estudiar los ecosistemas marinos, ocasionalmente me solicitan escribir una columna sobre el Mes del Mar.
Todos los días miro el mar, investigo el mar, pienso en el mar, escribo del mar, hablo del mar, pero cuando llegó el momento de redactar estas líneas no fluyeron las palabras. Escribí algo, pero después me pareció demasiado pobre para presentarlo. Así que decidí compartir una experiencia de las últimas semanas.
Por un proyecto de investigación de especies marinas invasoras, hemos viajado con nuestro equipo por toda la costa de Chile, entre Arica y Chiloé. Con la marea baja, estuvimos en las rocas buscando especies que habían llegado a nuestras costas desde otros lados para quedarse, y mientras la marea estaba alta, cubriendo las rocas, visitamos a colegios para compartir lo aprendido con los y las estudiantes.
Les hicimos preguntas a los escolares, si conocían la corriente de Humboldt, la surgencia costera, las especies nativas, el loco, el chorito, el erizo rojo y los huiros que cubren los roqueríos de toda la costa de Chile. Las respuestas nos sorprendieron…¡No las conocían!
Compartimos con escolares muy jóvenes (5to o 6to básico), y escolares que están llegando al final de la enseñanza media, de colegios públicos y de colegios privados. ¡No conocían las especies que habitan en nuestro mar!
Cuando les contamos de las corrientes y de las especies marinas aprendieron muy rápido. Y cuando les preguntamos si querían saber más, estaban ansiosos de conocer más sobre este mar y sus organismos.
Nuestro mar amerita que lo conozcamos, porque este mar que nos sustenta, en Chile y en todo el mundo, ¡es la madre de la vida! e igual como todos los días del año deberían ser el Día de la Madre, todos los meses del año deberían ser el Mes del Mar.
Solamente si conocemos el mar, lo podemos cuidar. Este conocimiento empieza en nuestras casas y se debe profundizar en nuestros colegios. Si cada mes es Mes del Mar, vamos a lograr conocer y cuidar este mar que sustenta nuestras vidas.