Chile está a punto. Es todo o nada. Está a punto de clasificar al mundial si las condiciones se dan y las cifras acompañan. Los jugadores deben estar más alertas que nunca, y es posible que no sea el momento de improvisaciones de última hora, ya que hay un camino recorrido, experiencia y profesionalismo acumulado y un par de generaciones que se supone han aprendido de los errores de quienes los antecedieron. Ahora sólo deben ser disciplinados, jugar como equipo, unidos y aprovechar sus fortalezas.
En política es casi exactamente lo mismo. Chile está en un punto de quiebre, en el que puede pasar a la historia como un país maduro que merece jugar en las ligas mayores con una constitución que sea capaz de unir y proyectar al país hacia el futuro, conociendo nuestras fortalezas y limitaciones. O bien podemos quedar fuera del mundial.
Sin embargo, quizás por el influjo de las redes sociales o por el exceso de información mal intencionada, se observa una incertidumbre inaudita en muchas decisiones e intervenciones de quienes están trabajando en la nueva constitución. Eso nos obliga sin lugar a dudas a estar alertas.
No buscamos desmerecer a nadie ni cuestionar la legitimidad ni de los cargos ni del proceso, pero es pertinente recordar que en nuestra región la constituyente que más votos obtuvo alcanzó 22.490 votos y, la que menos, obtuvo 6.052 votos. Es sólo para ubicarnos en una región en que el universo de votantes, el padrón, es de 623.580 personas.
Este comentario numérico es para reflexionar sobre la necesidad imperiosa de escuchar y ser capaces de representar el sentir de una comunidad con miras al bien común, no a ideas personales ni de grupos circunstanciales, ya que las decisiones que se puedan tomar podrían afectar significativamente el devenir del país.
A ratos se escuchan intervenciones, entrevistas en televisión, que demuestran una preocupante ignorancia en temas sensibles o que con buenas intenciones se mueven en un voluntarismo idealista, sin el rigor necesario para formular argumentos basados en la evidencia.
Los jugadores deben estar más alertas que nunca, y es posible que no sea el momento de improvisaciones de última hora, ya que hay un camino recorrido, experiencia y profesionalismo acumulado y un par de generaciones que se supone han aprendido de los errores de quienes los antecedieron. Ahora sólo deben ser disciplinados, jugar como equipo, unidos y aprovechar sus fortalezas.
Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo