ARRASTRADOS POR LA CORRIENTE

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En momentos en que nos encontramos imbuidos espiritualmente en la Esperanza Pascual, que nos invita a esforzarnos sin descanso por descorrer esa piedra que nos impide visualizar la verdad y descubrir, al igual que los discípulos de Jesús, el milagro de la redención y resurrección entre nosotros, no podemos dejar de preguntarnos hacia adonde nos conducirá la corriente que nos arrastra desde hace más de un año a la fecha y que no da señal alguna de cual será nuestro destino en medio de las diferentes dificultades que nos abruman.
Atrapados en medio de una pandemia nos sentimos prisioneros en una jaula que cuenta con puertas que se abren y se cierran constantemente, impidiéndonos circular a voluntad. Añoramos en consecuencia descorrer el velo y recuperar esa libertad que antes no valorizamos como se debe y de la que incluso abusábamos de ella dejándonos llevar por nuestros impulsos y emociones que nos han llevado tantas veces a cometer errores difíciles de revertir.
Anhelamos con énfasis que se descorran todos los velos y las piedras que obstaculizan nuestro camino que soñamos visualizar algún día como amplio y expedito para circular a entera voluntad. Pero sabemos que no es fácil descorrer sobre todo la piedra de la desconfianza firmemente enraizada desde hace mucho tiempo entre nosotros, que nos ha conducido a mirarnos no sólo como adversarios sino como enemigos a quienes hay que destruir a como dé lugar. Hemos sido testigos en innumerables oportunidades que la reconciliación se ha transformado no solamente en una piedra sino en un monte escarpado de muy difícil ascenso, con un elevado riesgo de caídas estrepitosas que dejarán a no dudarlo muchos heridos en el camino.
Se trata en consecuencia de un camino “solo para valientes”. Para quienes cuenten con la voluntad y la fuerza interior suficiente para intentarlo aunque el resultado no esté garantizado. Para quienes no tengan miedo en dar el primer paso, en abrir una brecha inexplorada que de seguro tarde o temprano otros la seguirán. Que comprendan que la vida es una carretera que no se puede construir de un día para otro y si existe es porque alguien o algunos tomaron la decisión y tuvieron la valentía de intentarlo a sabiendas que su éxito no estaba escrito en piedra, pero que valía la pena intentarlo como una imperiosa necesidad para continuar adelante.
Hoy nos encontramos empecinados en descorrer la piedra detrás de la cual esperamos encontrar los fundamentos para una nueva Constitución, a sabiendas que lo más probable es que a semejanza de Cristo, nos vamos con encontrar con un sudario y una corona de espinas que no van a ser fáciles de sobrellevar. Para muchos va a ser de seguro un camino hacia la cruz de la indolencia, el prejuicio, la intolerancia, la angustia, el dolor, la incerteza y el desgarro de la duda. Para otros será en cambio un sueño añorado, un campo propicio a las ilusiones, una esperanza de un mañana en el que esperan satisfacer muchos anhelos postergados durante años.
En fin, cada uno lo vivirá a su manera, pero de lo que no cabe ninguna duda que no va a ser miel sobre hojuelas. Elaborar una nueva Constitución constituye una tarea gigantesca que no está al alcance de todos. Lo saben incluso hasta sus más entusiastas propulsores, entre los cuales destacan algunas aprehensiones al señalar sin ambigüedad que “si todos los constituyentes llegan con su propia Constitución bajo el brazo estamos sonados”.
Es que descorrer la piedra de la intolerancia no es una tarea fácil. No basta la buena fe ni el intelecto que nos regala la inteligencia y la sabiduría necesarias para superarla y de esta manera poder elaborarla en paz y armonía. Si bien el conocimiento tiene un lugar de privilegio es obvio que se van a requerir muchas otras cosas para que el avance sea fecundo y no se entrampe desde los inicios. Entre ellas la disponibilidad a la escucha propia de un diálogo encauzado de buena fe. De lo contrario va a predominar un diálogo entre sordos que no quieren ver ni escuchar.
Esta misión y tarea al mismo tiempo íbamos a iniciarla en Tiempo Pascual. Un tiempo propicio, todavía vigente si la elección se realiza a mediados de mayo, para regresar en un corto lapso al tiempo ordinario. Ello no es obstáculo en todo caso para continuar esforzándonos para ir dejando de lado todas aquellas piedras que obstaculicen el diálogo fecundo y la toma de decisiones. Sin olvidar que no se trata de escribir un cuento ni una novela, tampoco una larga lista de buenos deseos y que todo lo que se acuerde debe constituir un texto integrado para que no interfieran unos con otros y se neutralicen entre sí, contradiciendo lo que otro acápite establece.

Por Dr. GONZALO PETIT
Médico