Acoso laboral y capacitación adecuada

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El verdadero desarrollo no sólo implica mejores indicadores económicos derivados de un mejor Producto Interno Bruto. El desarrollo pasa por mejorar en lo sustancial la calidad de vida de las personas, en aspectos que, claro, pasan por la seguridad económica y la productividad, pero que se proyectan hacia ámbitos como los servicios de seguridad social en salud previsión y cesantía, el acceso a la educación y la cultura, la protección del medio ambiente, la disminución progresiva de barreras de género y todas las normas que aseguren la no discriminación y mejor ambiente laboral.
Para la generaciones nacidas antes de 1980 es posible palpar de manera dramática los profundos cambios socioculturales que se han producido desde 1990 en adelante en múltiples aspectos. Desde la ley de Bases del Medio Ambiente, las de normas de igualdad de género, las de no discriminación y hoy la llamada Ley Karin, que busca reducir y prevenir situaciones de violencia y acoso en el trabajo. Es decir que situaciones que antes eran “toleradas” hoy pasarán a ser abiertamente sancionadas y generará obligaciones inmediatas para los empleadores.
Hoy, ni burlas, ni rumores ofensivos, ni siquiera serán aceptados como broma. Y tampoco serán toleradas las insinuaciones, miradas, comentarios o gestos de índole sexual.
En este contexto, se registra la “hostilidad de la jefatura” como la principal causa de denuncias.
La entrada en vigor de la ley obligará a un nuevo cambio sociocultural, que probablemente implicará un período de adaptación y ajuste para mejorar esta protección hacia los trabajadores, pero que también deberá incluir la revisión de algún tipo de sanción para denuncias infundadas o abusivas, que seguramente también existirán y que podrían generar daño inverso.
Esta ley refuerza la idea de que el desarrollo de las llamadas habilidades blandas será más que nunca primordial en el contexto educativo, en especial porque muchos jóvenes se encuentran bombardeados por estímulos, música, mensajes y consumo que va en la línea totalmente opuesta a lo que se espera de esta ley.
Además, será necesario capacitar a líderes, jefaturas y directivos para que se asuman rápidamente estos cambios en las organizaciones, comenzando quizás por los servicios públicos, que deberían contar con un curso obligatorio antes de comenzar a liderar una institución. La realidad demuestra que esto es y será indispensable en especial para nuestra región.

Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo