Alarmante son las cifras que presenta la Sociedad Agrícola del Norte de hasta un 53% menos de superficie agrícola bajo riego en la región de Coquimbo. Los estragos de la sequía son un hecho concreto y dramático hace demasiado tiempo ya.
Los antecedentes y estudios abundan. Los diagnósticos se han hecho por décadas. Por lo mismo llama la atención que en estos meses del segundo año de gobierno se realicen reuniones con regantes de las diferentes cuencas para “conocer sus problemas y demandas”.
De hecho es tan dramático recordar el tema que basta saber que la propia Sociedad Agrícola del Norte nació en el año 1907 motivada justamente por la sequía.
Por otra parte en la simple caracterización de la superficie de la región de Coquimbo se sabe de antemano que del total de 40.580 hectáreas, tenemos un 75,8% de la superficie “de secano”, es decir no regada por afluentes sino que se mantiene a la espera de lluvias para poder regar sus praderas. Son más de 30 mil hectáreas que no tienen agua permanente asegurada.
Ahora bien, los índices de la situación hídrica regional son históricos, ahí están y no dicen nada muy novedoso, el paulatino descenso de la disponibilidad hídrica, con menos caudales en los ríos, con menos agua embalsada (hoy con un 12% promedio).
Pero la consecuencia directa de todo esto es la drástica disminución de suelo agrícola, que pasó de 51 mil hectáreas en 2010 a 28 mil hectáreas en 2023. Decenas de miles de hectáreas que pierden su aptitud para dejar de ser agrícola, quedar abandonadas o transformarse en parcelas de agrado muchas de ellas.
Es urgente que los líderes regionales trabajen en una política pública regional clara, contundente, consistente, continua, con recursos claros y objetivos específicos. Por lo pronto, sin lugar a dudas, la construcción de embalses de cabecera en Limarí y Choapa está demasiado claro que es urgente.
¿Más diagnósticos? Parece que ya basta. Aunque caigan precipitaciones este fin de semana y un poco de nieve en la cordillera, todos tenemos claro que en febrero marzo y abril del próximo año será un drama nuevamente con altísimo riesgo de no tener agua mínima para nadie, para nada.
Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo