Han sido años durísimos. Sin duda. Y retomar hábitos y costumbres de antes del estallido y la pandemia no ha resultado nada fácil. Aunque también debemos reconocer que estrategia como la aplicada por la coordinación del Delegado Presidencial en el centro de La Serena y Coquimbo para erradicar el comercio ambulante ha sido tremendamente exitosa y permanente, lo cual se agradece.
Sin embargo, en el centro de ambas ciudades todavía reina la inseguridad y desolación en horario nocturno.
Hasta el verano del año 2019 era posible ver un centro vivo, activo, con familias desplazándose sin temor, con niños riendo con mimos y show de todo tipo hasta después de la medianoche. El centro era un punto de encuentro obligado, una alternativa de paseo y diversión de verano, como ocurre en casi todas las ciudades turísticas del mundo.
Sin embargo ahora el centro de La Serena y Coquimbo (incluyendo el Barrio Inglés) han dejado de brillar. Quizás por un cambio en la tendencia o en la moda, pero la percepción es que influye muchísimo la sensación de seguridad y el ambiente del sector. La cantidad de borrachos y personas en situación de calle también afecta. Los plumilleros y personajes rondando los automóviles, los robos desde los vehículos y por su puesto la iluminación y presencia policial.
Se sabe que el personal está abocado a cientos de otras prioridades, pero en algún momento tenemos que organizarnos para retomar los espacios públicos con propiedad. De la misma forma en que el centro ha recuperado un poco de su normalidad durante el día.
Esto, eso sí, sin desmerecer el buen trabajo que han hecho en el pueblito de Peñuelas o en el Barrio del Mar, que durante este verano se han transformado en los polos de atracción nocturnos.
En fin, un último punto, es recuperar los espacios para los turistas de cruceros. Coordinar con los operadores y facilitar ese trabajo, apoyarlos de mejor manera, con la única finalidad de que esos turistas se lleven una buena impresión de nuestra zona y no tengan que –por ejemplo- bajar las escaleras destruidas y sucias hacia el parque japonés , o encontrarse con el museo cerrado o con un solo lugar para tomar un café.
Se puede hacer más, se debe hacer más. Y todavía hay tiempo para salvar este verano. Faltan varios cruceros y turistas que recibir.
Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo