Todo tiempo pasado…

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El día de navidad muy temprano por la mañana era común ver a los niños jugando desde muy temprano con sus amigos del barrio con su pelota nueva o transitando orgullosos con su bicicleta pascuera. Alguna por ahí con patines u otro con paletas de playa. El verano era sinónimo de movimiento, de espacio público, de playa y de plaza.
Esta última navidad, por si no se dieron cuenta, no hubo muchos niños en las calles, y eso es porque probablemente muchos de los regalos fueron teléfonos, tablets o juegos de video.
Y eso a pesar de que muchos padres reconocen que los niños pasan demasiadas horas conectados, pero no saben qué hacer para motivarlos y cambiar su hábitos que fueron potenciados negativamente durante la pandemia.
En esa línea, es fácil encontrarse con padres que se esfuerzan por llevar a sus hijos a talleres o escuelas de verano, sin embargo la oferta es restringida y generalmente se deja sólo al mercado, regulado por oferta y demanda privada.
Es ahí donde se echa de menos la mirada estratégica del gobierno o del municipios, de las unidades de deportes y recreación, para tomarse las plazas y espacios públicos, de abrir algún colegio, o de usar cada cancha de barrio hasta el último centímetro, con talleres, monitores, actividades que permitan que los niños vuelvan a convivir y a tomarse el espacio público para fines recreativos sanos.
Claro, hay harto para elegir, dirán algunos, pero se trata de una oferta dispersa, no sistematizada ni canalizada, que no es facilitada a los padres que trabajan o que no tienen el tiempo suficiente para bucear buscando alternativas que perfectamente podrían estar en la plaza o el parque de su barrio.
Por ejemplo, tenemos más de 15 kilómetros de playa, la arena está ahí libre y agradable como espacio para aprender cualquier deporte, pero el municipio dispone de dos horas tres días a la semana.
Y cuando nos enteramos de que el presupuesto regional fue ejecutado de manera deficiente y que hay miles de millones sin un uso claro y definido, es cuando da coraje por todo lo que se podría hacer en beneficio de la comunidad.
En fin, además de los déficit que presentamos en servicio al turista, es necesario que también se refuerce la oferta a los vecinos comunes que no salen de la zona, a los niños de la comuna, a los que votan y pagan sus impuestos en este territorio.

Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo