“Es clave explorar todas las alternativas, resguardando el compromiso con el medio ambiente y con la seguridad de las personas”, dijo el delegado Presidencial, Rubén Quezada, mientras algunos los consejeros regionales mostraron su satisfacción con el proceso ante la grave crisis hídrica que se vive en la región de Coquimbo.
Con una alta convocatoria, entre parlamentarios, alcaldes, concejales, consejeros regionales, finalmente las autoridades de la región de Coquimbo concretaron su visita a una planta desaladora en la ciudad de Antofagasta. El viaje ocurrió en medio de la grave crisis hídrica de la zona que no solo tiene a los embalses con menos del 20% de su capacidad (1.317 millones de m3), sino con el deterioro en los acuíferos y el caudal de los ríos.
El delegado Presidencial, Rubén Quezada, explicó que quedó gratamente sorprendido por la convocatoria. “Todos estamos demostrando nuestro compromiso frente a esta realidad que tenemos en nuestra región, que es la crisis hídrica, el racionamiento en los sectores rurales y las dificultades para llevar agua, no solo para el sector productivo, sino para el consumo humano”.
“Por algo es clave explorar todas las alternativas de las desaladoras, resguardando el compromiso con el medio ambiente y con la seguridad de las personas. Por lo tanto, esta visita ha sido clave, hemos tenido partes teóricas y prácticas que nos han permitido ver los procesos de la desalación, ver los resguardos que se toman, y resolver nuestras dudas respecto al impacto que esto tiene en el medio ambiente”, dijo pragmáticamente el ex dirigente gremial.
Mientras Tatiana castillo, presidenta de la comisión de Fomento Interno del Consejo Regional, calificó la experiencia como “enriquecedora y tranquilizante”: nos da a entender que si tenemos una alternativa a todas las preguntas que me hizo la ciudadanía y de las personas con las que estuvimos trabajando. Acá tengo un vaso de agua transparente y bebible para las personas. Siento que esto se puede llevar, y que tendrá un menor impacto a nuestra región que está en urgencia, necesita agua y no puede esperar más”.
Por su parte, el consejero por Choapa, David Muñoz, planteó que “resuelto algunas dudas que teníamos, sobre todo en la provincia, también con los equipos técnicos y científicos”. “Creo que es una experiencia enriquecedora, y que se deben incorporar algunos elementos como la necesidad de la gente por conocimiento”, dijo.
“Solución se pensó hace 25 años”
El gerente de Operaciones de Aguas Antofagasta, Cristián Jiménez, no solo explicó el proceso de la desalación, sino que incluso esbozó algunos cuestionamientos a porqué no se tomó una determinación antes de llegar a la penosa realidad hídrica de Coquimbo.
“Coquimbo está viviendo una situación de estrés hídrico que se pudo haber pensado hace algunos años. Sin embargo, la situación, no solo de la IV Región, sino de algunas zonas del sur del país están viviendo este problema permanente. Hoy en el país está confiando en la lluvia, sin embargo, tenemos que mirar el mar”, disparó.
La desalación en la región de Antofagasta está desde el 2003, efectivamente operando. El avance es tal que la desaladora abastece el 80% de la ciudad de Antofagasta, y se prevé que en dos años más llegue al 100% de la ciudad.
“Es una solución que se pensó hace 25 años, y no la pensó un privado, sino el Estado y distintos alcaldes de la región”, comentó.
Junto a ello, Jiménez explicó que la planta desaladora norte de Aguas Antofagasta tiene una capacidad para producir 1.000 litros por segundo, equivalente al suministro a 100 mil casas, es decir unas 400 mil personas.
Respecto al proceso, el complejo tiene etapas pues condiciona el agua de mar, la trata en un proceso de osmosis inversa, luego se acondiciona filtrándola (primero con unos filtros de arena, y otros de menor tamaño) para que la osmosis logre separar la sal del agua.
“La osmosis hace que entre el agua de mar y deja dos productos: agua desmineralizada y agua con doble de salinidad. Ésta última, se devuelve al mar, y el agua desmineralizada se potabiliza para la comunidad, donde se le añade cloro y flúor, y después se distribuye por las redes de la ciudad”, ilustra.
Además, mantuvo que durante el proceso captación de agua del mar existen distintas barreras (hidráulicas) que permiten un proceso limpio, sin succión. Respecto de la salmuera, advierte, que siempre existe un impacto en su disposición en el lecho marino, especialmente entre los primeros 5 a 10 metros desde el punto que sale la salmuera, que si bien produce un cambio y eventualmente afecta a especies, llegan otras. En el caso local se produjo una sobrepoblación de choritos.
“A 50 metros desde la salida de la salmuera, la salinidad del agua del mar es idéntica a la del mar”, sentencia.