Santiago, Maule y Bio Bio, pero quizás usted también a nivel local ha sabido de algún caso de violencia escolar. Pareciera que no es una simple coincidencia ni paranoia colectiva. Algo está sucediendo con los niños y jóvenes y la forma más directa y simple de interpretarlo es como una consecuencia de la pandemia del covid y la pandemia social de estos últimos dos años.
Si usted ha permanecido con la distracción que significa el trabajo durante estos últimos dos años, probablemente con espacio suficiente en su hogar y sin grandes problemas, debe saber que en nuestro país hay millones de niños que la pasaron muy mal durante la pandemia. No sólo por la falta de atención y cuidado, sino porque vivieron un período regresivo, de retroceso educativo tanto en el conociemiento, como en lo afectivo emocional. La falta de rutina con sus amigos, la falta de relacionamiento, las largas horas frente a una pantalla de computador jugando juegos en línea muy violentos, pareciera que hoy están mostrando las consecuencias más nefastas.
Probablemente también el hacinamiento, la violencia doméstica o la falta de comunicación real también fue horadando el carácter de los niños y jóvenes. A esta fórmula agregue la cantidad de estímulos violentos y de falta de conciencia de autoridad que quedaron grabados a fuego en las retinas de los niños y jóvenes después del estallido social.
Aunque varios los veían venir, pareciera que este dramático efecto de la pandemia no recibió la atención suficiente y hoy son los profesores los que deben lidiar con un fenómeno para el que probablemente no están preparados.
Hoy la clave –nuevamente- está en los profesores. Son ellos los que deben tener el mayor soporte, preparación y comprensión de parte de la sociedad y especialmente de los padres y apoderados, porque su tarea no está siendo simple.
Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo
