Estamos iniciando un nuevo año calendario luego de seis actos eleccionarios realizados en medio de una pandemia que no da señales de amainar y mucho menos de desaparecer en un corto plazo. Lo hacemos como siempre con nuestro espíritu en alto, colmado de esperanza, añorando que durante estos nuevos 365 días vamos vivir una nueva realidad que nos confirme que de verdad vamos por buen camino.
Han quedado atrás un sinnúmero de situaciones, muchas de ellas inconfortables y dolorosas, impregnadas de desesperanza, que pusieron a prueba nuestra entereza y fuerza interior que nos obligaron a enfrentarlas de la mejor manera posible y aquí estamos nuevamente, preparándonos para lo que viene.
Hemos elegido una nueva autoridad como Presidente de la República que para muchos consistió en un logro importante y para otros una gran decepción. Pero lo verdaderamente importante no es quien haya obtenido este logro sino que de aquí en adelante todos accedamos a un mejor nivel de vida y para conseguirlo vamos a tener que actuar unidos en busca de este objetivo primordial.
No podemos continuar atrapados por más tiempo en los fantasmas del pasado. Avivándolos constantemente en busca de alimentar eternas rencillas que nos desunen y conducen a mantener viva una eterna guerra entre unos y otros. A encasillarnos en falsas verdades y a construir muros desde donde nos miramos con odio y con desprecio hacia quienes no piensan como nosotros, a los muchos quisieran literalmente borrar del mapa para allanar el camino y obtener lo que consideran como lo más justo y deseable.
Un primer paso para destruir este muro que nos separa y poder acercarnos unos a otros en busca de construir un camino común lo constituye cuidar nuestro lenguaje. Dejar atrás el lenguaje destemplado y destructivo, reflexionando constantemente sobre lo que significan nuestras palabras y el verdadero mensaje que encierran antes de emitirlas. No olvidemos nunca que “quien controla el lenguaje controla la vida social”, lo que lamentablemente ha sido utilizado hasta ahora en contra de nuestro beneficio como país, al servicio de oscuros intereses, contribuyendo con ello a deteriorar cada vez más la necesaria armonía social.
Gran desafío lo constituyen sin duda las redes sociales donde abunda este tipo de lenguaje utilizado por quienes lanzan la piedra y esconden la mano al resguardo de un anonimato que degrada la dignidad tanto de quien la lanza como de quien contribuye a difundirlo urbi et orbi en forma muchas veces inconsciente del daño que se causa a sí mimo como a la paz de los espíritus receptores, avivando el odio que se expando como un reguero de pólvora, especialmente en mentes con espíritu débil.
Estamos acostumbrados por otro lado, y no sin razón, a atribuir la debilidad de nuestra democracia a la crisis en que se encuentran los partidos políticos cada día menos confiables para los ciudadanos que buscan ansiosamente un madero en el que asirse ante la expectativa de un eventual naufragio y creen ingenuamente encontrarlo en las redes sociales recurriendo a lo más cercano a sus ideas e intereses, ingresando a grupos que a la larga se transforman en islas de pensamiento que al final los deja aislados del conjunto. Van apareciendo así islas y más islas, conformando un gran archipiélago que contribuye a proporcionar un débil sentido de identidad que los aleja de la identidad nacional como su sentido de pertenencia fundamental.
Pero, ¿que hay detrás del desprestigio de los partidos políticos?. Para responder tenemos que comenzar por analizar que es lo que necesitan para recuperar su prestigio; lo primero es recordar que sin orden y honestidad ningún sistema político es capaz de funcionar en forma efectiva. Necesario de recordar especialmente ante los intentos de cambiar nuestros sistema político a semipresidencial o parlamentario, sistemas que serían aún más dañinos si persiste el desorden y la deshonestidad entre los parlamentarios, que se cambian de bando como quien se cambia de camisa transformándose en tránsfugas de la política Contribuyendo con ello a desprestigiar aún más esta noble y necesaria actividad para la adecuada administración del país.
Es de esperar que durante el presente año todos cambiemos de actitud, cuidemos nuestro lenguaje y aportemos en forma honesta y responsable lo necesario para construir un mejor futuro.
Dr. Gonzalo Petit
Médico