El tiempo corre tan rápido que de ayer a hoy el mundo ha cambiado. Lo que era una realidad hace apenas una semana hoy es totalmente diferente. Cambian los hechos y su significado, sus enfoques y su proyección, nada permanece igual. Vivimos a la espera de que todo sea para mejor pero lamentablemente no siempre es así. Lo inesperado se encuentra a la vuelta de cualquier esquina como un vil francotirador que nos pilla desprevenidos en el momento que menos lo esperamos.
Lo que escribimos hace una semana, o incluso hace unos pocos días, pierde inesperadamente su importancia y significado, dejándonos desfasados de una plumada. Ya no vale lo de antes que va quedando atrás a medio digerir, causándonos no solamente desconcierto sino muchas veces también un gran dolor. Se requiere de una nueva estrategia y contamos habitualmente con escasos recursos para digerirlo adecuadamente. Es como si nos hubiésemos indigestado después de consumir un sinnúmero de alimentos indigestos (no uso la palabra “patache” porque no existe en el léxico de la R.A.E.).
Para qué recordar que esto ha sucedido en especial durante el presente período pre-eleccionario en que el ambiente político cambia en cuestión de horas. Lo que era una realidad al despertar del día ya no lo es al llegar la noche, en medio de declaraciones intempestivas y altisonantes de acuerdo a la temperatura que se va palpando durante el día y la noche siguiente. Alianzas que van y vienen, nunca se sabe quien va a respetar la palabra empeñada hasta el final.
Los cambios de estrategia al son de estas nuevas realidades o simples percepciones (¿tendrá alguna importancia la diferencia?), modifican rápidamente el escenario en busca de posiciones de privilegio ante un electorado sufriente, a lo que la llamada “franja electoral” aporta lo suyo en busca de capturar un voto esquivo.
Candidatos presidenciales y al parlamento realizan sus mejores esfuerzos por llegar a la tan ansiada meta en un ambiente en que el encanto por la política va en franca retirada y el abismo se ensancha cada vez más, poniendo en alto riesgo la estabilidad de nuestra democracia a causa de una ceguera que ha conducido a tantos errores reiterados.
Por un lado tenemos un candidato que pese a sus desaciertos y escaso conocimiento de la economía se escuda en el respaldo de su grupo de asesores olvidando que será él quien tendrá que “cortar el queque” una vez llegado el momento y que si no tiene los conocimientos necesarios se convertirá inevitablemente en una simple marioneta en manos de quienes permanecerán en las sombras.
Tenemos a otro candidato que se esfuerza en mantenerse como independiente montando un caballo chúcaro ensillado por quienes afirman apoyarlo mientras dudan, discuten y forcejean entre ellos, intentando asegurar lo mejor posible la montura para evitar que el candidato se caiga del caballo a medida que avanza la cabalgata.
No falta tampoco el candidato que corre por los palos, al que muchos ven como una especie de “convidado de piedra”, que se mantiene impertérrito, firmemente afianzado a sus principios de los que se niega a claudicar aunque lo amenacen las peores tormentas, similares incluso a las descritas en el Apocalipsis.
Junto a ellos se arrimó a última hora a la carrera la única candidata, no sin antes catear a la laucha durante largo tiempo, que se muestra muy segura de sí misma mientras busca insistentemente empatizar con un electorado cada vez más escurridizo e incrédulo sometido a un constante bombardeo a través de las redes sociales.
No falta tampoco el candidato que ha comenzado a mover los hilos desde fuera del país mientras lucha contra una demanda judicial que lo desprestigia y lo tiene mal traer. Al que podríamos agregar aquel candidato que se aferra insistentemente a “el que sigue la consigue”, cerrando el grupo aquel candidato que para muchos “está dando la hora”.
Sea como sea,”aún tenemos Patria, ciudadanos”. A la hora de la verdad veremos si realmente estamos viviendo la hora de los independientes o el funeral de los partidos políticos, lo que todos sabemos puede constituir el tiro de gracia para nuestra democracia. Permaneceremos en ascuas hasta entonces, confiando en que el sentido común y la razón ilumine a los votantes.
Dr. Gonzalo Petit
Médico