El ambiente está crispado y el discurso público especialmente en televisión está tomado por una visión de desesperación económica y política derivada del retiro del 10% de los fondos de pensiones, con marcadas miradas ideológicas.
El país (los políticos) llevan meses tratando de visualizar salidas de apoyo directo a las familias más afligidas por la pandemia y -entremedio de esa discusión- todo se ha enturbiado por el cálculo electoral próximo, la ganancia populista, la agresión, la intolerancia y el diálogo de sordos.
El gobierno ha errado en sus estrategias, en su relato y en su capacidad de lograr acuerdos y la oposición ha capitalizado con discursos simples y emocionales bastante homogéneos la molestia de la ciudadanía, llamando a revelarse contra cualquier camino o propuesta que adopte el presidente.
Mientras estamos entrampados en esa discusión y mientras logramos avanzar en la pandemia, pareciera que no somos conscientes de la necesidad de apalancar la producción y el empleo con urgencia. Y no estamos hablando del proyecto Dominga de nuestra región, estamos hablando en general de la mirada económica de mediano plazo.
Por lo demás, todo indica que el proyecto Dominga todavía tienen una alta cuota de incertidumbre, ya que justamente en ese ambiente que relatábamos anteriormente, pereciera poco probable que sea el gobierno de Sebastián Piñera el que finalmente salga a aprobando ese proyecto sin que haya una fuerte agitación en contra. Siendo realistas, con proceso constituyente encima y tal como se están desarrollando los acontecimientos, eso se ve muy poco probable.
Pero más allá de ese proyecto, es indispensable apuntalar otras decenas de proyectos, fijándonos con claridad quiénes son los que finalmente producen riqueza y encadenamientos laborales en este país. Este es el peor momento para poner trabas, problemas, o románticos anhelos. Este es el momento de una de las más profundas crisis mundiales en el que necesitamos líderes con visión de futuro que sepan generar los cambios necesarios, pero también avanzar con sensatez y realismo. El Estado no produce riqueza, el Estado ofrece soluciones y bienes comunes a través de la captura de impuestos. Si queremos más Estado, es necesario que nos preocupemos con urgencia qué vamos a producir. No hablamos siquiera de servicios secundarios, de comercio o de turismo. En este Chile en que todos discuten, alguien tiene que producir la riqueza. De verdad.
Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo