Nos manchan y nos llagan, creo yo,
los delitos del matón rural
que roba predios de indios, vapulea hombres y estupra mujeres sin defensa
a un kilómetro de nuestros juzgados indiferentes
y de nuestras iglesias consentidoras.
G.M
PEDRO AGUIRRE CERDA. PRESIDENTE DE CHILE (1938-1941)
“Mi respetado y querido señor Aguirre (Santiago, 1921):
He leído con la satisfacción más viva y con el interés inmenso que tengo para su alta labor legislativa, su nota o circular en favor de la mujer que trabaja. En cuanto tenga paz, escribiré sobre ella y hallará Ud. en mi artículo mi deseo sincero de comprenderlo, de poner mi pequeña alma a la altura de su poderoso espíritu: de pagarle con sentimiento lo que no puedo pagarle con actos.
Por mi voz hablan muchas mujeres de clase media y del pueblo, para aplaudirlo y decirle su adhesión.
…Honorable Senador y Amigo (Ciudad de México, 1922):
Le envío un saludo respetuoso y cordial desde esta tierra mexicana, y quiero conversarle de un asunto que me interesa, a pesar de ser político. Usted sabe qué mujer ajena al mundo de ustedes he sido yo en mi país. Pero se sale de él y cambian los puntos de vista de muchas cosas, y pasan a interesar cosas que no interesaron allí, y desea comunicar lo que se ve y se oye y que interesa a Chile, a los hombres representativos suyos, para que lo conozcan, lo consideren y decidan.
Todos los diarios de México publican la noticia de que al próximo Congreso Panamericano que se celebrará en Santiago de Chile no será invitado México, porque nuestro país está moralmente, dicen algunos, económicamente dicen otros, dominado por Estados Unidos. Esta noticia choca con otra, la de que don Agustín Edwards ha declarado que la Liga de las Naciones y él, muy especialmente, como latinoamericano, verían con agrado sumo el ingreso de México en la Liga.
Tendría que escribirle muy largamente para revelar a usted, señor, en toda su magnitud, la injusticia que significaría este acto de esa Cancillería nuestra hacia México. Se trata de un país donde se respira la unión latinoamericana, de una nación donde se ha declarado constitucionalmente que ningún hispanoamericano será considerado extranjero para los efectos de puestos públicos y de iniciativas diversas; de un país donde no se limitan a colmar de elogios líricos y de torpes adulos a los viajeros representativos de la América del Sur, sino que se hacen cargo de su vida, le allanan todo en sentido económico y le rodean de cuantas consideraciones es dable dar. Ese es el caso reciente de Cristina Soro, los gastos de cuyos conciertos, orquestas enormes, teatro, etc., corrieron de cuenta de la Secretaría de Educación, y es el mío. Yo no sé cómo expresar mi agradecimiento hacia un país que me ha cogido como una criatura de su raza y en ningún momento me ha hecho sentir la nostalgia de los míos.
Ahora tenemos a su Canciller aristócrata. Más hubiese esperado yo de Barros Jarpa. Temo que sienta hacia el gran México democrático recelo. Por otra parte, el Ministro de México en Santiago es hombre un poco vividor, dejado. El anterior, González Martínez, no habría permitido nunca para su país este desaire inmenso. Así, pues, es necesario que no caiga sobre Chile esta vergüenza, y que no la dé la patria, a los que estamos aquí y que nos enrojeceríamos de ella.
Manuel Ugarte, en su reciente y admirable libro sobre Estados Unidos y los pueblos hispanoamericanos, dice que el único país de Sudamérica que, fuera de la Argentina, no tiene encima la bota yankee, el único totalmente digno es Chile. Yo he leído este elogio con profunda complacencia. La exclusión de México de este Congreso significaría la declaración de la servidumbre norteamericana.
Lo que yo quiero pedirle es que, en el caso que la injusticia se consume, haya siquiera una voz que proteste en la Cámara de esto, pero que se haga después de haber tentado en vano la invitación a México.
Yo no entiendo de esos senderos tortuosos de las diplomacias, esa cosa repulsiva en nuestras democracias, que deberían ser abiertas y de acción transparente ante los pueblos, pero lo que sé es que hay actos que no se puede lavar un pueblo con ninguna excusa diplomática, y el acto a que aludo es de éstos.
En Chile se cree que este México es una caricatura de la civilización, una especie de ensalada de revoluciones y de minas de petróleo. México es con la Argentina el pueblo más culto de nuestra América, de una riqueza estupenda, con una raza muy bien dotada y fatalizado por esa proximidad a los yankees, que viven sembrando la reyerta y manteniendo la inquietud en el país; comprendo a la mala gente que hay en todas partes, desprestigiando a los gobiernos, en el propio país, con su prensa pagada, y en el extranjero.
En poco más podrá usted conocer en Santiago a un hombre del México moderno, el Ministro Vasconcelos. Su solo trato revelará totalmente a la raza.
Perdone esta carta dilatadísima, y tenga paciencia para leerse la copia adjunta de un editorial de periódico mexicano.
Quiera usted oír a su compatriota que nunca ha mentido, y que haga cuanto sea posible, todo lo que sea posible, porque no se verifique una indignidad.
Acepten Ud. y señora mi mejor recuerdo
Gabriela Mistral
…Respetado y querido amigo (1934):
¿Cómo están Uds.? Llegan aquí los diarios tarde mal y nunca. Sé de Chile solamente que el Gobierno no se siente estable, que la caída del dólar les ha beneficiado y que el control continúa.
Dije en carta a Don Enrique Molina que cada vez que algo hagan por sacar de la anarquía a nuestra juventud, me indiquen lo que yo puedo hacer desde lejos. Él, como la mayoría de los chilenos, tiene el patriotismo quisquilloso y, tal vez, le cayeron mal mis opiniones sobre la educación nuestra. Yo tengo el hábito del chileno viejo de decir lo que pienso. Lo digo de los países extranjeros y no es raro que no haga excepción con mi propia tierra. Ud. mismo, Don Pedro no se me hiera cuando juzgo con dureza. Nadie desea con más fuerza que yo un Chile sólido y cuerdo, un Chile de política inteligente y, sobre todo coherente que amar y que obedecer.
…Yo recibo de allá tarde y mal impresiones sobre la situación que me informan poco. La clase media, la mía, ha perdido el juicio y no espera bienes sino por otros golpes militares y obreros. Me han escrito indignados de un juicio mío sobre Alessandri, por ejemplo, diciéndome que nadie que valga cree ya en él. Yo no he tenido nunca simpatía por este hombre, aun cuando en su honradez creí siempre, pero me he dado cuenta de que es la única carta que podemos jugar para una relativa unión de las clases, para unir aunque sea a medias el abismo que separa hoy a las gentes nuestras. Me parece el mal menor sin que me parezca ninguna maravilla; era sin duda, el candidato más razonable entre los que se presentaron a la lucha.
Juanita y don Pedro, Dios nos tenga de su mano y salve a nuestra tierra. Dios le cuide para ella y les ahorre mayores penas y zozobras.
Su vieja amiga que les abraza estrechamente deseando tanto verles y oírles.
Gabriela
Textos.
Siete Presidentes de Chile en la vida de Gabriela Mistral. Jaime Quezada.
Gabriela intelectual y luchadora social
“Sobra el que yo le diga
que la mayor alegría de mi vida
sería la de ver que mi país organizaba
una forma de gobierno original, sensata y eficaz,
un socialismo de Estado serio
que dé enteras ciertas libertades vitales
sin las que no hay vida personal digna,
y que conservase
la pequeña y la mediana propiedad l
levada sin tocarlas,
que diese de comer a nuestro pueblo
tan digno de mejor suerte,
porque es laborioso como pocos
y ha soportado en paz su destino
de sacrificio y abandono.”
G.M.
SERIE “CONOCIENDO A GABRIELA MISTRAL”
Selección por
Rodrigo Marcone
Corporación LatiSUR30