En Argentina y en varios países latinoamericanos la discusión ha sido la no disponibilidad de vacunas, por falta de previsión o de recursos. En España, se ha destacado el formidable proceso de vacunación que ha seguido adelante Chile en estos pocos días.
Y, en realidad, debemos estar orgullosos de lo que se ha logrado hasta ahora. Es cierto que las cepas del virus pueden mutar, es cierto que no garantiza la total inocuidad, pero el esfuerzo de todos para que esto resulte es formidable.
Sin duda que desde el gobierno deberían alentar y agradecer con más énfasis al personal de salud y también a los municipios, que han hecho su trabajo en orden y profesionalismo, y también para calmar los ánimos de alcaldes que desean también su justa cuota de protagonismo en un breve año electoral.
En nuestra región ya son 103.325 dosis las que se han inoculado para un total de 95 mil personas (algunos han recibido ya su segunda dosis).
Pero a pesar de lo extremadamente rápido del proceso, elogiado en todo el mundo, igual es fácil que algunos caigan en la desesperación de subirse rápido a los botes salvavidas.
Para ellos basta recordar que las medidas de autocuidado son la principal defensa si lo que deseamos en son contagiarnos.
Es cierto que el gobierno y en particular el Presidente Piñera no goza de simpatía ni adhesión entre millones de chilenos (eso demuestran las encuestas), y aunque en el proceso de vacunación indiscutiblemente hay un gran mérito de él y su equipo, el éxito real del proceso será un mérito de todos.
No se puede avanzar con calculadora. No importa de quién sea el crédito, lo que importa es que las autoridades, nacionales y locales ahora más que nunca procedan con sensatez, con prudencia, con hidalguía y velando muy en serio por el bien común.
Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo